59% de la energía eléctrica generada a nivel mundial proviene de Combustibles fósiles

Los combustibles fósiles son una fuente de energía primaria que se obtiene principalmente del carbón, el petróleo y el gas natural. Estas sustancias orgánicas, formadas a lo largo de millones de años, se extraen de la tierra y juegan un papel crucial en la producción de electricidad actual. Sin embargo, su combustión libera dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, contribuyendo significativamente al cambio climático. A nivel mundial, los combustibles fósiles generan más de la mitad de la electricidad consumida, con un porcentaje del 59%.

La generación de electricidad a partir de combustibles fósiles se lleva a cabo principalmente en centrales térmicas. El proceso básico implica la quema de carbón, gas o petróleo para calentar agua en una caldera, produciendo vapor. Este vapor a alta presión gira una turbina conectada a un generador, que transforma la energía mecánica en eléctrica. Si bien esta tecnología es muy desarrollada y está ampliamente distribuida, tiene una alta intensidad de carbono, con emisiones que van desde 490 gCO2eq/kWh para el gas hasta 820 gCO2eq/kWh para el carbón.

A pesar de que el uso de combustibles fósiles sigue siendo predominante en lugares como Wyoming, donde el 72% de la electricidad proviene de estos recursos, y en otros estados como Dakota del Norte (58%), Virginia Occidental (92%), Misisipi (79%) y países como Baréin (100%), la transición hacia fuentes de energía baja en carbono como la nuclear, solar, y eólica es esencial para un futuro más limpio. La energía nuclear, con su baja emisión de carbono de solo 12 gCO2eq/kWh, se destaca como una opción crucial para la descarbonización del sistema eléctrico. Del mismo modo, la solar y la eólica, con intensidades de carbono de 45 y 11 gCO2eq/kWh respectivamente, también son alternativas viables y efectivas.

En este sentido, la importancia y el crecimiento del uso de tecnologías de baja en carbono es esencial para enfrentar el aumento de la demanda eléctrica impulsada por la electrificación y el auge de la inteligencia artificial. Fomentar la construcción y expansión de centrales nucleares y solares podría asegurar un suministro eléctrico más sostenible y minimizar los impactos negativos ambientales asociados con la quema de combustibles fósiles. El futuro de la electricidad debe ser limpio y sostenible, y eso requiere una acción decidida hacia el incremento del uso de las tecnologías de baja en carbono.