59% de la energía eléctrica generada a nivel mundial proviene de Combustibles fósiles

Los combustibles fósiles son una fuente de energía primaria que incluye carbón, gas y petróleo. Representan la mayoría de la electricidad generada en el mundo, siendo responsables de más de la mitad de la electricidad consumida globalmente. Estos combustibles, formados a lo largo de millones de años a partir de residuos orgánicos descompuestos, son utilizados por su alto contenido energético y su capacidad de generar grandes cantidades de electricidad. Sin embargo, su combustión libera dióxido de carbono y otros contaminantes al ambiente, contribuyendo significativamente al cambio climático y a la contaminación del aire.

El proceso de generación de electricidad a partir de combustibles fósiles usualmente implica la combustión de estos materiales para calentar agua, produciendo vapor. Este vapor, a altas presiones, es utilizado para hacer girar turbinas conectadas a generadores eléctricos. El carbón y el gas son las principales fuentes dentro de esta categoría, con el carbón emitiendo aproximadamente 820 gCO2eq/kWh y el gas alrededor de 490 gCO2eq/kWh. Estos niveles de emisiones son considerablemente más altos en comparación con las fuentes de baja en carbono como la energía eólica (11 gCO2eq/kWh), nuclear (12 gCO2eq/kWh) y solar (45 gCO2eq/kWh), destacando la necesidad de transición hacia tecnologías más limpias.

La generación de electricidad a partir de fuentes de baja en carbono ofrece ventajas significativas en términos de reducción de emisiones de carbono. Mientras que los combustibles fósiles son responsables de una gran parte de la generación de electricidad en varias regiones —desde el 74% en Wyoming hasta el 100% en Baréin— las fuentes de energía como la nuclear, la eólica y la solar presentan cifras de emisiones mucho más bajas. La energía nuclear, por ejemplo, con 12 gCO2eq/kWh, es una opción ideal para generar electricidad limpia en gran escala, contribuyendo de manera eficaz a la reducción del impacto ambiental.

Adicionalmente, la energía eólica y solar, con sus respectivas cifras de 11 y 45 gCO2eq/kWh, representan soluciones sostenibles y de bajo impacto ambiental que son esenciales para la transición energética global. Estas fuentes de baja en carbono no solo ofrecen una alternativa viable para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, sino que también impulsan economías mediante la creación de empleo, la innovación tecnológica y la independencia energética. Promover la expansión de las capacidades de generación nuclear y solar es crucial para enfrentar los desafíos futuros, satisfacer la demanda en aumento y alcanzar un suministro energético verdaderamente sostenible.