En el año 2022, el consumo de electricidad en Bielorrusia se distribuyó principalmente entre la energía proveniente de combustibles fósiles y las fuentes de energía baja en carbono. Más de las tres cuartas partes (alrededor del 84.49%) de la electricidad se generó a partir de combustibles fósiles, con el gas solo representando casi el 80% del total. En contraste, las fuentes de electricidad baja en carbono contribuyeron con aproximadamente el 15.51%. Dentro de estas, la energía nuclear es predominante, generando un poco más del 12% de la electricidad total del país. Las fuentes de biocombustibles y energía hidroeléctrica aportaron cantidades relativamente pequeñas, con cuotas de 1.45% y 1.01%, respectivamente.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Bielorrusia debería considerar la expansión de su infraestructura de energía nuclear, aprovechando su experiencia y éxitos actuales en este sector. Países similares a Bielorrusia han logrado grandes avances en la adopción de tecnologías bajas en carbono. Por ejemplo, Francia genera casi dos tercios de su electricidad a partir de energía nuclear, mientras que en Eslovaquia y Ucrania, la contribución de esta fuente es de aproximadamente el 60% y 55%, respectivamente. Estos ejemplos indican que una expansión de la capacidad nuclear en Bielorrusia podría ofrecer una solución sostenible y eficiente para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
La historia reciente de la generación de electricidad baja en carbono en Bielorrusia muestra algunos avances significativos, especialmente en el sector nuclear. En 2021, la introducción de la energía nuclear incrementó la generación eléctrica en 5.4 TWh. Sin embargo, el año siguiente, en 2022, hubo una leve disminución de 1.1 TWh en esta área. La energía hidroeléctrica mostró crecimiento moderado alrededor de 2013 y 2017, y aunque hubo una ligera disminución en 2018, se mantuvo relativamente constante en los años posteriores. La energía solar y eólica también han comenzado a desarrollarse recientemente, con pequeños aumentos en la generación a partir de 2017. Estos datos indican un esfuerzo creciente, aunque aún incipiente, para diversificar las fuentes de electricidad baja en carbono en el país.