En 2024, el panorama del consumo de electricidad en Rusia está dominado mayoritariamente por los combustibles fósiles, que representan casi dos tercios del total, específicamente un 64%. Dentro de esta categoría, el gas natural es el que más contribuye, con aproximadamente un 44%, seguido del carbón, que proporciona un 18.6%. En cuanto a la generación baja en carbono, esta constituye más de un tercio, alcanzando un 36%. Destacan la energía nuclear y la hidroeléctrica, ambas generan justo por debajo de un 18% cada una, mostrando que aún hay un equilibrio significativo entre las fuentes bajas en carbono y las fósiles.
¿Está creciendo la electricidad en Rusia?
El consumo de electricidad en Rusia está experimentando un crecimiento, con el consumo per cápita alcanzando los 8351 kWh en 2024, lo cual supera el récord previo de 8101 kWh en 2023. Esto supone un incremento notable de 249 kWh por persona. Sin embargo, el avance en generación baja en carbono no es tan positivo. Actualmente, genera 3001 kWh por persona, un ligero decremento de 34 kWh en comparación con el récord de 2021. Aunque el crecimiento total es alentador, el declive en la generación baja en carbono debe considerarse seriamente.
Sugerencias
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Rusia debería centrarse en ampliar sus capacidades nucleares, dado su historial y aporte significativo actual. Mirando hacia regiones con estrategias exitosas, Francia y Eslovaquia destacan por generar una mayoría significativa de su electricidad a partir de energía nuclear, en un 68% y un 62%, respectivamente. Además, Rusia podría aprender del desarrollo eólico en regiones como Dinamarca y estados de EE.UU. como Iowa, donde la generación eólica es altamente prominente. Sin embargo, debería haber un enfoque renovado en la expansión solar, inspirado en lugares como el Líbano, donde la solar aporta más de un treinta por ciento de la electricidad.
Historia
Históricamente, la generación de electricidad baja en carbono en Rusia se ha caracterizado por altibajos. A finales de los años 80, la capacidad nuclear experimentó un aumento significativo, pero esto fue seguido por declives críticos en 1990 y 1994, cuando se redujo en 18 TWh y 21.4 TWh, respectivamente. A finales de los 90 y principios de los años 2000, hubo intentos de recuperación y expansión tanto en capacidad nuclear como hidroeléctrica. A pesar de las fluctuaciones, la última década muestra un esfuerzo continuo por robustecer la infraestructura de generación hidroeléctrica, aunque con oscilaciones en los resultados anuales. La crítica radica en la falta de un aumento sostenido especialmente en energía nuclear que garantice un suministro estable y bajo en carbono en el futuro.
Electrificación
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