Actualmente, el consumo de electricidad en Rusia está dominado mayormente por combustibles fósiles y electricidad baja en carbono. En el periodo comprendido entre agosto de 2023 y julio de 2024, más de la mitad de la electricidad en Rusia, específicamente un 62.86%, provino de combustibles fósiles. Dentro de esta categoría, el gas representó más del 44.89%, mientras que el carbón aportó cerca del 16.93%. Por otro lado, casi un tercio de la electricidad en Rusia, el 37.14%, se generó mediante fuentes de electricidad baja en carbono. La energía nuclear contribuyó con aproximadamente un 18.43% y la energía hidroeléctrica con un 17.99%.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Rusia puede ampliar sus ya significativas instalaciones nucleares. Países como Francia y Eslovaquia, donde la energía nuclear representa el 67% y el 60% respectivamente, son ejemplos exitosos de cómo esta tecnología puede proporcionar una gran parte del suministro eléctrico. Ucrania también depende en gran medida de la energía nuclear, con un 55% de su electricidad generada por esta fuente. Además de expandir la capacidad nuclear, Rusia podría explorar el modelo de países como Dinamarca y Alemania que han hecho grandes avances en la generación de energía eólica, aunque en menor escala. El aprendizaje de estas experiencias exitosas puede ser vital para contribuir significativamente a la reducción de emisiones de carbono y la mejora de la calidad del aire.
La historia reciente de la generación de electricidad baja en carbono en Rusia ha sido bastante fluctuante. En la década de 1980, hubo un aumento en la generación nuclear con incrementos significativos en 1987 y 1988, pero esto fue seguido por una notable disminución en 1990 y 1994. Sin embargo, hacia finales de los años 90 y principios de los 2000, la generación nuclear volvió a crecer, con aumentos importantes en 1999 y 2000. La energía hidroeléctrica también ha visto altibajos, con caídas pronunciadas en 1996 y 2002, pero recuperaciones significativas en 2004 y 2013. Es notable cómo a pesar de estos vaivenes, ha habido esfuerzos continuos para aumentar la capacidad de generación baja en carbono, evidente en los repuntes de generación nuclear y hidroeléctrica en varios años recientes, mostrándose crucial para la sustentabilidad y el futuro energético de Rusia.