En el período comprendido entre agosto de 2023 y julio de 2024, el consumo de electricidad en Rusia se divide principalmente entre energía de combustibles fósiles y electricidad baja en carbono. Más de la mitad de la electricidad generada, aproximadamente el 63%, proviene de combustibles fósiles, siendo el gas el mayor contribuyente con casi el 45%, seguido del carbón con alrededor del 17%. En cambio, la electricidad baja en carbono representa un poco más de un tercio del total, situándose en un 37%. En este grupo, la energía nuclear aporta aproximadamente un 18%, mientras que la energía hidroeléctrica contribuye casi con el mismo porcentaje, con un 18%. Este equilibrio refleja una dependencia significativa de fuentes fósiles, aunque la participación de tecnologías limpias también es relevante.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Rusia podría considerar la expansión de su infraestructura nuclear existente, dado que ya es una fuente significativa y confiable de producción eléctrica. Al observar ejemplos internacionales, es evidente que países similares, como Ucrania y Eslovaquia, han logrado generar más de la mitad de su electricidad a partir de energía nuclear. Francia es un líder indiscutible en este ámbito, con un asombroso 67% de generación eléctrica nuclear. Al seguir estrategias similares, Rusia no solo puede aumentar su capacidad nuclear, sino también investigar el potencial del viento, inspirado en el éxito de Dinamarca y Alemania, que generan un 59% y un 31% de su electricidad respectivamente a partir de la energía eólica.
Mirando hacia atrás en la historia de la electricidad baja en carbono de Rusia, han ocurrido varios cambios notables a lo largo de las décadas. En los últimos años de los 80, la producción nuclear tuvo altibajos, con un notable aumento en 1987 de 19,5 TWh, seguido de incrementos menores, pero vitales en los años posteriores, a excepción de caídas significativas en 1990 y 1994. En el nuevo milenio, la recuperación fue evidente, con aumentos significativos tanto en 1999 como en años posteriores, con 16,6 TWh y 14,7 TWh en 2015, por ejemplo. La energía hidroeléctrica también mostró fluctuaciones, con una fuerte caída en 1996, pero recuperándose en años como 2004 y 2016 con aumentos sustanciales. Estos datos destacan la importancia de un enfoque estratégico continuo para estabilizar y aumentar consistentemente la participación de energía baja en carbono en el panorama eléctrico ruso.