En el último año, de septiembre de 2023 a agosto de 2024, el consumo de electricidad en Estados Unidos se ha caracterizado por una fuerte dependencia de los combustibles fósiles, que representan más de la mitad del total con un 58%, siendo el gas la mayor fuente individual con alrededor del 42%. Sin embargo, la generación de electricidad baja en carbono también desempeña un papel importante, alcanzando el 41% del total. Dentro de este grupo, la energía nuclear es la mayor contribuyente con casi el 18%. La energía eólica y solar también son significativas, proporcionando un 10% y un 6% respectivamente, mientras que la energía hidroeléctrica representa un 6%. El carbón, otro combustible fósil, todavía representa casi el 16% del suministro.
Estados Unidos podría aumentar su generación de electricidad baja en carbono enfocándose en expandir las fuentes existentes que ya han demostrado ser efectivas, especialmente la nuclear y la eólica. Al observar a otros países, Estados Unidos puede aprender de ejemplos exitosos como Francia, donde la energía nuclear representa un contundente 67% de la electricidad generada, y Dinamarca, que ha logrado que un 59% de su electricidad provenga de la energía eólica. Ambos países demuestran cómo una inversión decidida y políticas claras pueden transformar el panorama energético hacia opciones más limpias y sostenibles. Estos ejemplos podrían servir como modelos para Estados Unidos, destacando la importancia de diversificar y fortalecer su infraestructura de energía baja en carbono para reducir su dependencia de los combustibles fósiles y mitigar el cambio climático.
A lo largo de las décadas, la generación de electricidad baja en carbono en Estados Unidos ha experimentado cambios significativos. Desde la década de 1970 hasta los años 2000, hubo un crecimiento notable en la producción nuclear, con incrementos marcados en años como 1975, 1985 y 1990. Sin embargo, la década de los 90 también vio una caída abrupta en 1997 que debe ser analizada críticamente. La generación hidroeléctrica ha fluctuado considerablemente, con caídas en 1977 y aumentos en años como 2002 y 2011. Más recientemente, en 2022, la energía eólica ha tenido un fuerte aumento, añadiendo velocidad a la transición hacia una red eléctrica más limpia y sostenible en Estados Unidos. Estos eventos demuestran tanto el potencial como los desafíos de integrar y expandir las tecnologías de energía baja en carbono.