En los Estados Unidos, los datos de 2023 muestran que el consumo de electricidad todavía se inclina en gran medida hacia las fuentes de energía de combustibles fósiles. Más de la mitad (cerca del 59%) de la electricidad proviene de fuentes de combustibles fósiles, siendo el gas la fuente más abundante con el 41%. Las fuentes de energía baja en carbono, aunque aún no son predominantes, representan un importante 40% de la generación de electricidad. De este porcentaje, la nuclear es la fuente más prominente con casi un quinto (18%), seguida por la energía eólica (10%) y la hidroeléctrica (6%). La energía solar y los biocombustibles representan una pequeña parte de esta mezcla, con el 5% y el 1% respectivamente.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Estados Unidos puede aprender de otros países que han tenido éxito en esta área. Francia, por ejemplo, genera un impresionante 66% de su electricidad a partir de la energía nuclear. Este alto nivel de generación demuestra que la expansión de la infraestructura nuclear existente puede ser una estrategia efectiva. El caso de Dinamarca, que genera el 59% de su electricidad a partir de energía eólica, también puede ser un ejemplo a seguir. La inversión en tecnologías de energía eólica y solar puede ayudar a Estados Unidos a diversificar aún más su mix energético y alejarse de los combustibles fósiles.
La historia de la electricidad baja en carbono en los Estados Unidos ha estado marcada por altibajos. En las décadas de 1970 y 1980, se produjo un importante aumento en la generación de electricidad nuclear e hidroeléctrica, con incrementos que llegaron a los 62.3 TWh en 1975 y 75.5 TWh en 1988 para la energía nuclear. Sin embargo, hubo momentos de contracción en estos sectores, como en 1997 cuando la generación de electricidad nuclear cayó en 48.8 TWh. La energía eólica parece haber tenido un tremendo crecimiento recientemente, aumentando en 56.2 TWh tan solo en 2022. A pesar de las fluctuaciones, es claro que las fuentes de energía baja en carbono como la nuclear y la eólica han desempeñado un papel importante en la historia de generación eléctrica de Estados Unidos y lo seguirán haciendo en el futuro.