En el periodo entre septiembre de 2023 y agosto de 2024, el consumo de electricidad en Ecuador muestra una clara predominancia de fuentes de baja emisión de carbono. Más de dos tercios de la electricidad provienen de energías bajas en carbono, con un 66.87% específico de energía hidroeléctrica, lo que subraya la fuerte dependencia del país de las fuentes sostenibles. Aproximadamente 28% de la electricidad sigue derivándose de combustibles fósiles, lo que implica un considerable margen de mejora hacia un consumo más limpio. Las importaciones netas representan alrededor del 3% del abastecimiento de electricidad, mientras que el gas y los biocombustibles cubren una mínima parte del consumo de energía, siendo estos últimos casi anecdóticos en el total del consumo eléctrico.
Para aumentar su generación eléctrica baja en carbono, Ecuador podría tomar ejemplos de países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, Uruguay ha destacado en la generación de energía eólica, alcanzando cerca de un tercio de su electricidad de esta fuente. Uruguay comparte algunas similitudes climáticas y geográficas que Ecuador podría aprovechar para expandir su capacidad eólica. Por otro lado, la energía solar también muestra potencial, con países como El Salvador y Chile elevando su porcentaje de generación solar. Ecuador podría beneficiarse adoptando tecnología y estrategias usadas por estos países, diversificando sus fuentes sostenibles para mitigar la dependencia de los combustibles fósiles y reducir la contaminación.
Históricamente, el panorama de la electricidad baja en carbono en Ecuador ha estado significativamente influenciado por la energía hidroeléctrica. Durante la década de 1980, el país experimentó incomparables aumentos en la generación hidroeléctrica, sobre todo en 1984 con un incremento de 1.5 TWh. Hubo años de retrocesos, como en 1995 y 2009, pero también periodos de crecimiento sostenido. Destacan los años 2011 y 2016 con incrementos de 2.4 y 2.7 TWh respectivamente. En los últimos años, especialmente después de 2017, se observaron flujos más estables, aunque el 2024 mostró una disminución que resalta la necesidad de reforzar y quizás diversificar las inversiones en esta área para asegurar un suministro más equilibrado y sostenible en el futuro.