En Ecuador, el consumo de electricidad entre julio de 2023 y junio de 2024 muestra un predominio de fuentes de energía bajas en carbono, contribuyendo con más del 70% del total. Dentro de estas fuentes, la energía hidroeléctrica es la principal, aportando más del 68%. Sin embargo, la dependencia de combustibles fósiles sigue siendo significativa, representando cerca de un 27% del consumo total de electricidad. Las importaciones netas constituyen un pequeño porcentaje, mientras que el gas y los biocombustibles también tienen una proporción menor en la generación eléctrica, con cada uno representando alrededor de 1% a 3%. La tendencia hacia una mayor utilización de energía baja en carbono es evidente, aunque persiste el desafío de reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Ecuador podría tomar ejemplo de países como Uruguay, que ha logrado integrar casi un 36% de energía eólica en su matriz eléctrica, un esfuerzo admirable para un país con características similares. El énfasis en la energía eólica y solar puede ser clave, dada la abundancia de recursos naturales favorables. Asimismo, mirando a países como Francia y Eslovaquia, con altas contribuciones de energía nuclear del 67% y 60% respectivamente, Ecuador debería considerar seriamente el desarrollo de infraestructura nuclear como una solución sostenible y eficiente a largo plazo. Aprovechando estas estrategias, Ecuador tiene la oportunidad de reducir significativamente su dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia una matriz eléctrica más limpia y sostenible.
La historia de la electricidad baja en carbono en Ecuador ha estado marcada principalmente por variaciones en la producción hidroeléctrica. Durante la década de 1980 y principios de los 1990, hubo incrementos modestos en la generación hidroeléctrica, a excepción de un notable declive en 1995. Entre 2007 y 2009, la generación aumentó nuevamente, aunque sufrió una caída en el último año de ese período. En la década de 2010, particularmente desde 2015 hasta 2019, se observaron significativos aumentos, destacando el año 2017 y 2019 con incrementos considerables. Sin embargo, recientemente, en el período 2023/2024, ha habido una disminución. Estos cambios resaltan la necesidad de diversificar las fuentes de energía bajas en carbono, fortaleciendo no sólo la capacidad hidroeléctrica, sino también integrando otras opciones como la energía eólica, solar y quizás, en consideración futura, la energía nuclear.