En el periodo comprendido entre agosto de 2023 y julio de 2024, el consumo de electricidad en Bolivia ha sido predominantemente fósil, con más de dos tercios (67,18%) de la electricidad generada a partir de gas, un combustible fósil. En contraste, casi un tercio (32,82%) proviene de fuentes de energía baja en carbono. De estas fuentes limpias, la energía hidroeléctrica representa la mayor parte, con un 23,85%, mientras que la energía eólica contribuye aproximadamente con un 4,79%, y la solar con un 2,99%. Los biocombustibles son responsables de un 1,2%. Este panorama resalta una dependencia notable de los combustibles fósiles para la generación de electricidad en Bolivia, indicando una necesidad de transición hacia fuentes más sostenibles para mitigar los impactos negativos del cambio climático y la contaminación del aire.
Para incrementar la proporción de electricidad baja en carbono, Bolivia podría mirar hacia ejemplos exitosos de otros países. Uruguay, por ejemplo, obtiene un significativo 36% de su electricidad de energía eólica, lo que indica una apuesta firme por este tipo de energía limpia. Del mismo modo, Chile aprovecha el 21% de su electricidad de la solar, lo que resalta el potencial de estos recursos en regiones con similares condiciones geográficas y climáticas. Además, la expansión de la capacidad nuclear, como han demostrado países como Francia y Eslovaquia con más de la mitad de su electricidad generada de fuentes nucleares, es un camino viable que Bolivia podría considerar seriamente, para así diversificar y limpiar aún más su matriz eléctrica. El desarrollo de infraestructura apropiada y el fomento de políticas que favorezcan la inversión en estos sectores de energía baja en carbono son cruciales para avanzar en esta dirección.
A través de las décadas, la evolución de la generación de electricidad baja en carbono en Bolivia ha mostrado altibajos, especialmente en la energía hidroeléctrica. En diversos años, como en 1980, 1994 y 2003, se han registrado pequeños declives en la producción hidroeléctrica. Sin embargo, ha habido momentos de aumento como en los años recientes, desde 2017 a 2019, donde se observó una tendencia positiva en la producción hidroeléctrica, además, el año 2023/2024 indica una notable recuperación de 0.5 TWh. En 2022, Bolivia también empezó a incorporar la energía eólica en su matriz con un aumento de 0.3 TWh, mostrando un avance hacia una generación más limpia y diversificada. A pesar de estos progresos, la historia reciente subraya la necesidad de un enfoque más estable y decidido para capitalizar el potencial de las energías baja en carbono en el futuro.