Durante los últimos doce meses, desde agosto de 2023 hasta julio de 2024, Bolivia ha dependido en gran medida de los combustibles fósiles para su generación de electricidad. Más de dos tercios, aproximadamente el 67%, de la electricidad del país proviene del gas. La parte de la electricidad baja en carbono es del 33%, con la mayor contribución de la energía hidroeléctrica, que representa el 24%. La energía eólica y solar contribuyen con el 5% y el 3%, respectivamente, mientras que los biocombustibles representan una pequeña fracción del 1%. Esta dependencia de los combustibles fósiles resalta la necesidad de Bolivia de diversificar su mezcla energética hacia fuentes más limpias.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Bolivia podría aprender de otros países que han tenido éxito en esta área. Por ejemplo, Uruguay obtiene el 36% de su electricidad de la energía eólica, lo que demuestra que incluso un país relativamente pequeño puede aprovechar el viento como una fuente significativa de energía. Grecia también ha invertido en energía solar, logrando generar el 22% de su electricidad de esta fuente. Además, países como Dinamarca y el Reino Unido han hecho inversiones sustanciales en energía eólica, generando más del 61% y casi el 30% de su electricidad de esta manera, respectivamente. Bolivia podría beneficiarse de estudiar estas estrategias y adaptarlas a su propio contexto.
Históricamente, la contribución de la electricidad baja en carbono en Bolivia ha mostrado fluctuaciones, especialmente en la energía hidroeléctrica. En la década de 1980, hubo una leve disminución en la generación de energía hidroeléctrica, con un descenso de 0.2 TWh en 1980. Avanzando hacia la década de 1990, se observó un ligero aumento, con incrementos y disminuciones en 1993 y 1994. Desde el año 2000 hasta 2010, los cambios fueron más persistentes, con fluctuaciones casi anuales. En años recientes, entre 2016 y 2022, la energía hidroeléctrica tuvo varios altibajos, mientras que la energía eólica empezó a ganar terreno, con un aumento de 0.3 TWh en 2022. Además, la energía en biocombustibles disminuyó en el último período registrado, destacando la necesidad de invertir en fuentes más consistentes y limpias de electricidad.