En 2022, el estado de consumo de electricidad en el mundo se caracterizaba, por un amplio margen, cómo un dominio de la energía fósil, representando aproximadamente el 61% del consumo total. El carbón y el gas son las principales fuentes con un 36% y un 22% respectivamente. En contraste, la energía de bajo carbono conforma algo más del 39% del consumo total de electricidad, donde hay una clara diversidad entre las diferentes fuentes de energía utilizadas. La energía hidroeléctrica lleva la delantera con un 15%, seguida de la energía nuclear con un poco más del 9%. Las energías eólica y solar tienen una presencia significativa con un 7.5% y 4.5% respectivamente, mientras que los biocombustibles suman el 2%.
Para incrementar la generación de electricidad de bajo carbono en el mundo, hay varios países cuyas estrategias energéticas podrían servir como modelo. Francia, por ejemplo, genera dos tercios de su electricidad a partir de energía nuclear. Otros países como Eslovaquia, Ucrania, Suiza y Finlandia también tienen un alto porcentaje de generación nuclear. No obstante, además de la energía nuclear, la energía eólica también ha demostrado ser una fuente potente de energía de bajo carbono, con Dinamarca y Uruguay generando, respectivamente, el 59% y 41% de su electricidad a partir de esta fuente. Además, países como Grecia, Chile, Australia y los Países Bajos están teniendo éxito en la generación de electricidad solar.
En cuanto a la historia de la electricidad de bajo carbono en el mundo, desde 1980 hasta nuestros días, ha habido un incremento constante en su generación. En la década de 1980, la energía hidroeléctrica y la nuclear experimentaron un notable crecimiento, al añadir 241.8 y 216 Teravatios hora (TWh) respectivamente al suministro global de electricidad. Sin embargo, a partir de 2004, la tendencia ha cambiado y es la energía eólica y solar la que ha experimentado un crecimiento más rápido. Por ejemplo, solo en 2021, la energía eólica aumentó en 265.5 TWh y la solar en 186.3 TWh. Lamentablemente, en 2022 se registró una disminución significativa en la generación de energía nuclear de 190 TWh, un hecho que destaca la necesidad de una mayor inversión y compromiso en este tipo de energía de bajo carbono.