En 2022, el consumo de electricidad en África Subsahariana mostró una clara dependencia de los combustibles fósiles, con más de la mitad de la electricidad, específicamente el 63%, generada a partir de fuentes como el carbón y el gas. El carbón fue el más dominante en esta categoría, representando casi el 42% de la generación total de electricidad. Por otro lado, la generación de electricidad baja en carbono correspondió a aproximadamente un 36% del total, siendo la energía hidroeléctrica la fuente más destacada en esta categoría, con cerca de un 28%. La contribución de otras fuentes limpias como la energía eólica, nuclear y solar, fue mucho menor, con cada una aportando entre un 2% a 3% del total. Este panorama resalta la oportunidad de crecimiento y diversificación hacia fuentes de electricidad más sostenibles y con menos impacto ambiental.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, África Subsahariana podría aprender de países que han logrado éxitos significativos en este ámbito. Por ejemplo, Francia ha logrado generar el 67% de su electricidad de fuentes nucleares, mientras que Uruguay ha alcanzado un 36% de generación a partir de energía eólica. La experiencia de estos países sugiere que una apuesta combinada por la energía nuclear, eólica y solar puede ser especialmente beneficiosa. Países como Namibia y Malawi ya están comenzando a invertir en energía solar, generando alrededor del 13% de su electricidad desde esta fuente, lo cual puede servir de inspiración para otros en la región. La adopción de políticas que incentiven estas tecnologías limpias, junto con inversiones en infraestructura y el fortalecimiento de capacidades técnicas locales, son pasos críticos que podrían transformar el panorama energético de África Subsahariana.
Históricamente, la generación de electricidad baja en carbono en África Subsahariana ha experimentado periodos de crecimiento desigual, especialmente en la energía hidroeléctrica, que ha visto aumentos notables a lo largo de los años 2014, 2017, 2018 y 2020, con incrementos significativos de producción en cada uno de estos años. En contraste, la contribución nuclear ha sido inestable, registrando caídas considerables en 2018, 2020 y 2022, lo cual es preocupante y potencialmente obstaculizador del desarrollo sostenible. Sin embargo, en los últimos años, ha habido un aumento moderado en la capacidad eólica y solar, con pequeños pero importantes incrementos en 2015, 2017 y 2021. Este patrón mixto subraya la necesidad urgente de adoptar un enfoque coherente y ambicioso hacia la expansión de tecnologías de energía limpia, asegurando una transición energética sostenible y estable para las futuras generaciones.