En 2022, la República Democrática del Congo (Congo - Kinshasa) presenta una situación energética bastante peculiar. El consumo total de electricidad se sitúa en 12,45 TWh. La mayor parte de esta electricidad, alrededor de 11 TWh, proviene de fuentes de electricidad baja en carbono como la energía hidroeléctrica. Este enfoque en energías limpias supone casi la totalidad de su producción, con una pequeña cantidad, 1,41 TWh, importada de otros países. En comparación, la media mundial de generación eléctrica per cápita es de 3638 vatios/persona, lo que indica que el Congo - Kinshasa tiene niveles notablemente bajos de generación eléctrica, lo cual podría limitar su desarrollo económico, acceso a los servicios públicos y calidad de vida general. Esta dependencia casi exclusiva de fuentes limpias es beneficiosa para el medio ambiente, pero puede no ser suficiente para satisfacer las crecientes necesidades locales si no se complementa con una infraestructura adecuada y mejores redes de transmisión.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Congo - Kinshasa podría considerar el desarrollo de energía eólica y solar, tal como lo han hecho otros países con éxito. China, por ejemplo, ha generado cantidades significativas de electricidad con energía eólica y solar, con 1003 TWh de eólica y 710 TWh de solar. Países como India también ofrecen ejemplos útiles; han apostado por energía solar (128 TWh) y eólica (91 TWh), contribuyendo a diversificar su matriz energética. Éstos son paraísos de energía baja en carbono que podrían servir de modelo para el Congo - Kinshasa, demostrando cómo una inversión concertada en estas tecnologías puede impulsar la independencia energética y promover un desarrollo sostenible.
Mirando hacia atrás en la historia de la electricidad baja en carbono del Congo - Kinshasa, la variación ha sido pronunciada a lo largo de los años. Hubo incrementos modestos en la potencia hidroeléctrica en la década de los 80 y los 90, con varios años mostrando aumentos, como en 1985 y 1989. Sin embargo, también ha habido años con caídas significativas, como en 1997 cuando la generación hidroeléctrica disminuyó en 1,1 TWh. En los últimos años, especialmente entre 2018 y 2020, la tendencia ha sido generalmente positiva con incrementos que reflejan un enfoque renovado hacia la energía hidroeléctrica. No obstante, el reto a largo plazo es estabilizar esta producción e intercalar otras fuentes de energía limpia para evitar la dependencia excesiva de un solo recurso.