En el período comprendido entre agosto de 2023 y julio de 2024, el consumo de electricidad en Colombia muestra una clara preferencia por la electricidad baja en carbono. Más de la mitad, aproximadamente un 61%, de la electricidad proviene de fuentes bajas en carbono, destacándose principalmente la energía hidroeléctrica, que representa alrededor del 57%. Las energías eólica y solar, aunque todavía en menor escala, comienzan a formar parte del panorama energético, sumando sus cifras de forma significativa. En comparación, el 39% de la electricidad es generada a partir de combustibles fósiles, con el gas como principal contribuyente (un 20%), seguido por el carbón (15%) y el petróleo (aproximadamente 4%). Estas cifras reflejan que Colombia ya ha progresado en la generación de energía limpia, pero aún hay espacio para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Colombia puede aprender de la experiencia exitosa de otros países. Francia y Ucrania, por ejemplo, han logrado altos porcentajes de generación de electricidad a través de energía nuclear, alcanzando un 67% y un 55%, respectivamente. Este modelo podría inspirar a Colombia a invertir en plantas nucleares, lo cual proporcionaría una fuente constante de energía baja en carbono. Asimismo, Colombia podría observar el éxito de Uruguay y Dinamarca en el uso de energía eólica, que representa un 36% y un 59% de su generación eléctrica, respectivamente. Esta estrategia sería particularmente útil dada la geografía ventosa en algunas regiones de Colombia. Además, promover más la energía solar, siguiendo el ejemplo de Chile, que ya genera un 21% de su electricidad gracias a esta fuente, sería una elección acertada dada la abundante radiación solar en el país.
Históricamente, la energía hidroeléctrica ha sido un pilar en el sector eléctrico de Colombia. En los años 80 y 90, el país experimentó aumentos notables en la generación hidroeléctrica, con incrementos significativos en 1986 y 1994, compensados por algunas caídas, como en 1992 y 1997. A inicios del siglo XXI, la energía hidroeléctrica continuó su crecimiento, destacándose años como 2011 y 2017, que registraron aumentos significativos. Sin embargo, el período reciente ha mostrado cierta inestabilidad, como ocurre en 2019 y 2023, donde se han evidenciado descensos. Estos altibajos reflejan la vulnerabilidad de depender en gran medida de la capacidad hidroeléctrica, subrayando la importancia de diversificar con otras fuentes bajas en carbono para asegurar un suministro eléctrico más estable y sustentable.