En Japón, el consumo de electricidad en el período de julio de 2023 a junio de 2024 se ha caracterizado por una fuerte dependencia de los combustibles fósiles, que representaron más de la mitad del total, en un 65.48%. Dentro de este grupo, el gas contribuyó con un 32.25% y el carbón con un 28.53%, mientras que el petróleo solo representó un 2.36%. La energía baja en carbono contribuyó con un 32.85% de la electricidad generada, con la energía solar liderando con 10.11%, seguida de la nuclear con 8.57% y la energía hidroeléctrica con 8.41%. La energía eólica y los biocombustibles tuvieron una participación menor de 1.1% y 4.3% respectivamente.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Japón puede expandir la capacidad existente de energía solar, dado que esta ya representa una parte significativa de su mix energético. Japón puede aprender de países como Francia y Corea del Sur, donde la energía nuclear juega un papel dominante, generando el 67% y el 31% de la electricidad, respectivamente. Además, puede tomar nota de los éxitos de Dinamarca y Uruguay en la producción de energía eólica, donde alcanzan el 61% y el 36% respectivamente. Estos ejemplos sugieren que una combinacion de expansión de energía solar y nuclear puede ser una estrategia efectiva para aumentar la generación de electricidad verde y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
La historia de la electricidad baja en carbono en Japón ha visto fluctuaciones significativas, especialmente en la energía nuclear. En los años ochenta y noventa, la generación nuclear experimentó varios aumentos, como en 1978 con un incremento de 27.7 TWh y en 1985 con 25.3 TWh. Sin embargo, en los primeros años del siglo XXI, hubo caídas dramáticas como en 2003 (-55.1 TWh) y 2011 (-186.5 TWh), estas últimas probablemente debidas al desastre de Fukushima. Más recientemente, la generación nuclear ha mostrado una recuperación moderada, con aumentos en 2018 (+32 TWh) y 2023 (+25.7 TWh). Estos datos reflejan la necesidad de una estrategia sostenible y segura para ampliar la energía nuclear y otras formas de electricidad baja en carbono, reduciendo así la dependencia de los combustibles fósiles y mitigando el impacto climático y la contaminación del aire.