En Japón, el consumo de electricidad entre julio de 2023 y junio de 2024 muestra una clara dependencia de combustibles fósiles, que representan más de la mitad de la generación eléctrica del país, aproximadamente un 65%. La energía derivada del gas es la fuente fósil principal con más de un 32%, seguida por el carbón que aporta casi otro 29%, y el petróleo que conforma un pequeño porcentaje cercano al 2%. En contraste, la energía baja en carbono constituye casi un tercio de la electricidad generada, con un 33%. La energía solar, nuclear y la hidroeléctrica tienen una presencia destacada en este grupo, representando aproximadamente un 10%, 9% y 8% respectivamente, mientras que la energía eólica aún tiene una representación mínima, con apenas un 1%. Este panorama refleja una necesidad urgente de reducir la dependencia de los combustibles fósiles para mitigar los efectos del cambio climático y la contaminación del aire.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Japón debería centrarse en expandir sus capacidades de energía solar y nuclear, dos áreas donde ya tiene presencia significativa. Mirar hacia países con enfoques exitosos podría proporcionar ideas valiosas. Por ejemplo, naciones como Francia, con un 67% de su electricidad proveniente de energía nuclear, y Dinamarca, donde la energía eólica contribuye con un 59% de la generación, ofrecen modelos de cómo incrementar el uso de tecnologías limpias. Para un país insular como Japón, que comparte ciertas similitudes geográficas, la combinación de un fuerte impulso en energía nuclear junto con un aumento en la capacidad solar y eólica podría ser una estrategia eficiente para superar su actual dependencia de combustibles fósiles y avanzar hacia un futuro más sostenible.
En las últimas décadas, el panorama de la electricidad baja en carbono en Japón ha experimentado varios cambios notables. En la década de 1980, el país invirtió significativamente en energía nuclear con aumentos consistentes en generación de electricidad, pero los 2000 fueron testigos de fluctuaciones en su producción nuclear, con años como 2002 y 2003 que marcaron retrocesos significativos. El golpe más grande vino en 2011 con una drástica reducción de 187 TWh, un cambio que demuestra los desafíos que enfrentó el país. Sin embargo, más recientemente, Japón ha mostrado signos de recuperación y expansión nuclear, como se observa con el aumento en 2018 y nuevamente en 2023. Incrementar su capacidad nuclear puede ser una pieza clave en la estrategia de Japón para lograr una red eléctrica más limpia y segura.