Actualmente, más de la mitad de la electricidad en la Unión Europea se genera a partir de fuentes de energía baja en carbono, que comprende principalmente energía nuclear, eólica e hidroeléctrica. La energía nuclear contribuye con casi una cuarta parte de la electricidad del bloque, mientras que la energía eólica representa aproximadamente una sexta parte y la energía hidroeléctrica poco más del diez por ciento. Por otro lado, la energía producida por combustibles fósiles - gas y carbón - comprende menos de la mitad de la generación eléctrica de la UE, con el gas representando casi un quinto y el carbón un sexto de la electricidad total.
Un camino hacia una mayor generación de electricidad de bajo carbono es la expansión de las tecnologías nucleares y eólicas existentes, que ya están generando grandes cantidades de electricidad en la UE. Países como Francia y Eslovaquia podrían servir como modelos; ambos obtienen más del 60% de su electricidad de la energía nuclear. Países como Dinamarca e Irlanda también podrían ser referentes, con la energía eólica representando 59% y 34% de su producción eléctrica respectivamente. Aprendiendo de estos casos de éxito, la UE podría dirigir sus esfuerzos hacia un mayor desarrollo de estas dos tecnologías de bajo carbono.
En cuanto a la evolución histórica de la electricidad de bajo carbono en la UE, el cambio más significativo se produjo con la nuclear, que experimentó un incremento notorio en la década de 1980, aunque fue seguido de una disminución considerable en las últimas tres décadas. La energía eólica, por otro lado, ha visto un incremento constante en su generación de electricidad, particularmente a partir del 2017. No obstante, se ha observado una disminución reciente en la generación de energía nuclear y energía hidroeléctrica. Este descenso en la generación de electricidad de origen nuclear y la falta de crecimiento proporcional en otras fuentes de energía baja en carbono ponen de manifiesto la necesidad urgente de una mayor inversión y apoyo para estas tecnologías.