En 2024, Eslovaquia ha logrado un notable avance hacia un futuro energético sostenible al obtener más del 86% de su electricidad de fuentes bajas en carbono. Esto incluye una impresionante mayoría del 62% que proviene de la energía nuclear, seguido de la energía hidroeléctrica con un 16%. La dependencia de los combustibles fósiles es relativamente baja, representando apenas el 14% del mix eléctrico, siendo el gas el más destacado de este grupo con algo más del 9%. Gracias a este enfoque hacia la electricidad baja en carbono, Eslovaquia no solo satisface sus necesidades internas, sino que también exporta significativamente esta electricidad limpia a países vecinos, ayudándoles a disminuir sus emisiones. No obstante, el país enfrenta el reto de electrificar sectores como el transporte, la calefacción y la industria, lo que exigirá aumentar aún más su capacidad de generación eléctrica.
Para seguir expandiendo su generación de electricidad baja en carbono, Eslovaquia podría centrarse en aumentar su capacidad nuclear, dado que esta tecnología ya ha demostrado ser altamente eficiente y es responsable de la mayor parte de la actual generación de electricidad baja en carbono del país. Además, se debería potenciar la integración de tecnologías como la solar y, si es posible, considerar la energía eólica, para diversificar las fuentes de energía limpia disponibles. Esta expansión en la capacidad nuclear no solo aseguraría el suministro eléctrico a largo plazo sino que también posicionaría a Eslovaquia como un líder en el suministro de energía sostenible en Europa Central.
La historia de la electricidad baja en carbono de Eslovaquia ha estado marcada por fluctuaciones a lo largo de las décadas, pero con tendencias al crecimiento. En los años 80 y 90, se observaron aumentos significativos en la energía nuclear, con incrementos notables en años como 1986 y 1994. Sin embargo, la transición al nuevo milenio vio algunos descensos preocupantes en la producción nuclear entre 2004 y 2009, que fueron compensados en parte por aumentos posteriores. En cuanto a la energía hidroeléctrica, esta experimentó una serie de cambios, con subidas en 1993 y declives notables en 2003 y 2011. Recientemente, en 2023, se han registrado nuevos aumentos en ambas tecnologías, lo cual sienta una base sólida para futuras expansiones en generación eléctrica baja en carbono.