En 2024, el consumo de electricidad en Italia muestra un equilibrio entre fuentes de energía de combustibles fósiles y bajas en carbono. Los combustibles fósiles representan aproximadamente el 42.5% del consumo eléctrico, con el gas siendo el más predominante en este grupo, alcanzando casi el 37%. El uso de carbón es casi inexistente, contribuyendo con solo el 1.47%. Por otro lado, la electricidad baja en carbono cubre alrededor del 41.36% del consumo, destacando la energía hidroeléctrica con un poco más del 16%. La solar y la eólica también aportan significativamente, con cuotas del 11.35% y el 7.09% respectivamente, mientras que la geotérmica y los biocombustibles tienen participaciones menores. Además, las importaciones netas contribuyen alrededor del 16%, lo que muestra la interdependencia energética de Italia con respecto a otros países.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Italia puede intensificar el desarrollo de tecnologías solares, dado que ya están contribuyendo notablemente al suministro eléctrico. Aprender de las experiencias de otros países como España o Grecia, que tienen una participación significativa de energía solar, podría ser beneficioso. Asimismo, al observar ejemplos como Francia o Eslovaquia, que han logrado buenas cuotas de energía nuclear, Italia podría considerar invertir más en la expansión de su infraestructura nuclear para asegurar un suministro fiable de electricidad limpia. Estas estrategias no solo contribuirán a mitigar los impactos negativos de los combustibles fósiles, sino que también llevarán a Italia hacia un futuro energético más sostenible.
Mirando hacia atrás en la historia de la electricidad baja en carbono en Italia, vemos un progreso fluctuante, especialmente en energía hidroeléctrica. A finales de los años setenta y en los ochenta, la hidroeléctrica experimentó cambios dramáticos, como un incremento de 12 TWh en 1977 seguidos de caídas en 1978 y otras fluctuaciones en décadas posteriores. La tendencia más crítica fue en 1987, cuando la energía nuclear disminuyó drásticamente en 8.6 TWh. En la década del 2000 y más allá, la energía solar mostró un crecimiento significativo, especialmente en 2011 y 2012. Estas variaciones resaltan la importancia de diversificar las fuentes de energía baja en carbono para lograr un suministro energético estable y sostenido.