En 2024, el estado actual del consumo de electricidad en Rumanía muestra una fuerte inclinación hacia las fuentes de energía baja en carbono. Más de la mitad de la electricidad del país, específicamente alrededor del 64%, proviene de fuentes limpias. Entre estas, la energía hidroeléctrica representa una gran parte, con casi el 27%, mientras que la energía nuclear aporta un sólido 20% del total. La energía eólica también juega un papel importante, al generar casi el 12% de la electricidad del país. El uso de combustibles fósiles, como el gas y el carbón, representa aproximadamente un tercio de la electricidad generada, con el gas aportando un poco más del 19% y el carbón cerca del 13%. Las importaciones netas y la energía solar contribuyen en menor medida, cada una alrededor del 4%.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Rumanía puede considerar la expansión de sus capacidades nucleares y eólicas, que ya son importantes generadores en el país. Aprender de países similares puede ser un camino a seguir. Por ejemplo, Francia y Eslovaquia obtienen más de la mitad de su electricidad a partir de la energía nuclear, lo cual podría ser un modelo interesante para Rumanía. Asimismo, Dinamarca y Lituania destacan en la generación de energía eólica, con más del 30% de su electricidad proveniente de esta fuente limpia. Incorporar estrategias similares podría ayudar a Rumanía a reducir aún más su dependencia de los combustibles fósiles y minimizar el impacto negativo de estos en el medio ambiente.
Históricamente, la generación de electricidad baja en carbono en Rumanía ha oscilado, especialmente en términos de energía hidroeléctrica. En las décadas comprendidas entre los años 80 y la actualidad, se han observado varios aumentos y disminuciones en la generación hidroeléctrica. Durante la década de 2000, por ejemplo, los cambios en la generación hidroeléctrica fueron considerablemente notorios, con incrementos notables en 2004 y 2005 y descensos en 2000 y 2003. Por otro lado, la energía nuclear comenzó a ganar importancia a finales de los 90, con un aumento significativo de 4 TWh en 1997 y otro impulso relevante de 3.5 TWh en 2008. Evaluar estos patrones históricos podría ofrecer lecciones valiosas para optimizar la estrategia energética del país en el futuro.