En Estonia, en 2023, se puede observar que la electricidad proviene de diversas fuentes. Las importaciones netas son más de un tercio del total, seguido por los combustibles fósiles con más del 30%. La producción de electricidad baja en carbono contribuye con una cuarta parte de la electricidad total, principalmente de la eólica y solar, aportando aproximadamente un 18%, con los biocombustibles contribuyendo con un 8%. El petróleo y el carbón son fuentes significativas, pero menos dominantes, con alrededor de un cuarto y un 6% respectivamente.
Estonia podría aprender mucho de países que ya tienen una cifra elevada de generación de electricidad baja en carbono. Observando a países como Dinamarca, que genera casi el 60% de su electricidad a través de la energía eólica, vemos que es posible para la producción de electricidad baja en carbono remplazar las fuentes de energía emisoras de carbono. Estonia ya tiene una significativa producción de energía eólica, por lo que podría beneficiarse de una expansión de esta infraestructura. También podría ser beneficioso mirar hacia países como Francia, Eslovaquia y Finlandia, donde la energía nuclear proporciona más de la mitad, aproximadamente dos tercios y un poco menos de la mitad de la electricidad respectivamente. Esto podría proporcionar una pista sobre cómo Estonia podría diversificar aún más su matriz energética limpia.
La historia de la electricidad baja en carbono en Estonia ha visto un crecimiento constante durante la última década. A partir de 2009, los biocombustibles comenzaron a contribuir a la generación de electricidad y han seguido creciendo a lo largo de los años con algunas fluctuaciones. Para 2016, tanto la energía eólica como los biocombustibles se habían convertido en contribuyentes notables. Sin embargo, el mayor avance llegó en 2020 con un notable incremento en la producción de bioenergía, y los avances en energía eólica y solar también tuvieron un papel significativo. A pesar de un declive en la generación de energía de los biocombustibles en 2023, la energía eólica y solar han mantenido su crecimiento constante, lo que indica un futuro brillante para la energía limpia en Estonia.