En Estonia, actualmente el consumo de electricidad se divide en tres fuentes principales: combustibles fósiles, importaciones netas y electricidad baja en carbono. Los combustibles fósiles representan cerca del 37% del total, lo que sigue siendo una proporción significativa con implicaciones para el cambio climático y la contaminación del aire. Las importaciones netas de electricidad constituyen un 34%, lo que indica una notable dependencia de la electricidad extranjera. La electricidad baja en carbono, por su parte, representa un 29% del consumo total, y dentro de esta categoría, los biocombustibles aportan casi el 14%, la energía solar un 8% y la energía eólica otro 8%.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Estonia puede aprender de países que han logrado integrar con éxito estas fuentes en su matriz energética. Países como Francia y Eslovaquia han alcanzado más del 60% de su electricidad a través de la energía nuclear, demostrando su eficacia y fiabilidad. Estonia, con una infraestructura adecuada, podría seguir estos ejemplos para diversificar y fortalecer su producción de energía limpia. Además, países como Dinamarca, Uruguay e Irlanda han maximizado su potencial eólico, logrando hasta un 53%, 35% y 32% respectivamente de su electricidad a partir de energía eólica. Estonia, con sus condiciones geográficas favorables, podría incrementar su capacidad eólica de manera similar.
En los últimos años, Estonia ha experimentado una evolución diversa en la producción de electricidad baja en carbono. En 2009 y 2010, los biocombustibles mostraron incrementos de 0.3 y 0.4 TWh respectivamente. En 2016, tanto los biocombustibles como la energía eólica presentaron fluctuaciones: un aumento de 0.1 TWh y una disminución de 0.1 TWh, respectivamente. Desde 2020, ha habido una tendencia positiva en la energía solar, con aumentos consecutivos en 2020, 2021 y 2022, mientras que la energía eólica y los biocombustibles han mostrado variaciones menores. Estos datos resaltan la necesidad de focalizar esfuerzos en energías como la nuclear, solar y eólica para asegurar un futuro más sostenible y menos dependiente de fuentes fósiles.