En Grecia, en el periodo comprendido entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, el consumo de electricidad se caracteriza por una significativa participación de fuentes limpias y combustibles fósiles. Más de la mitad de la electricidad, alrededor del 51.6%, proviene de fuentes bajas en carbono, como la energía solar, eólica e hidroeléctrica. La energía solar representa casi el 22% y la eólica poco más del 21%. La energía hidroeléctrica contribuye con un poco más del 8%, mientras que los combustibles fósiles, liderados por el gas (cerca del 39%), constituyen aproximadamente el 46% del total de la electricidad. En comparación, el carbón solo aporta el 7%. Las importaciones netas de electricidad son casi insignificantes, sumando solo el 2.36%.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Grecia debería expandir la capacidad de sus parques eólicos y solares, dado que estas tecnologías ya están bien establecidas en el país. Además, Grecia podría aprender de países como Dinamarca, donde la energía eólica representa el 61% de su electricidad, o Uruguay con un 36%. Es importante también mirar ejemplos donde la energía nuclear tiene una alta participación, ya que esta fuente es una opción robusta y estable para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Países como Francia, Eslovaquia y Ucrania generan entre el 55% y el 67% de su electricidad a partir de energía nuclear, demostrando su eficacia y contribución al suministro energético limpio y confiable.
Históricamente, la electricidad baja en carbono en Grecia ha experimentado fluctuaciones, especialmente en la producción de energía hidroeléctrica. En la década de 1980 y principios de los 2000, hubo disminuciones significativas, como en 1983 y 2001 con bajadas de 1,3 TWh y 1,4 TWh respectivamente. A pesar de esto, ha habido años de recuperación como en 2003 y 2010. La energía solar comenzó a ganar relevancia en 2013, con un incremento de 2 TWh, y ha continuado en aumento hasta 2023. La energía eólica también mostró un fuerte crecimiento reciente, con un incremento de 2 TWh en 2020. Grecia debe aprovechar estas tendencias y seguir fortaleciendo su infraestructura de energía eólica y solar para asegurar un futuro energético sostenible y bajo en carbono.