Actualmente, Austria es un líder en la generación de electricidad baja en carbono, derivando más del 85% de su electricidad de fuentes limpias. Una porción significativa, más de la mitad, proviene de la energía hidroeléctrica, demostrando la capacidad del país para aprovechar recursos hídricos sustentables. La energía eólica aporta casi un 13%, complementando la matriz energética verde de Austria. Aunque el uso de gas como combustible fósil aún representa un poco más del 8%, la electricidad generada a partir de energías limpias como la solar también suma otro 8%. Las importaciones netas representan un poco más del 6% del consumo total, mostrando un cierto grado de dependencia de recursos externos. Para alcanzar objetivos aún más ambiciosos, es crucial que Austria se enfoque en la electrificación de sectores como el transporte, la calefacción y la industria, que aumentará significativamente la demanda de electricidad en el futuro.
Para incrementar aún más la generación de electricidad baja en carbono en Austria, una expansión en las instalaciones de energía eólica sería una sabia estrategia. Como esta tecnología ya constituye un componente significativo en la generación eléctrica, aumentar su capacidad podría atraer inversiones e innovación, maximizando su participación en el mix energético. Si bien la energía solar también tiene un potencial notable, el enfoque inicial podría centrarse en optimizar y expandir las infraestructuras eólicas existentes. Además, el desarrollo de la energía nuclear debería considerarse seriamente como parte de este portafolio, dado su potencial para proporcionar gran cantidad de electricidad limpia de manera continua, respaldando la red mientras se eliminan gradualmente los combustibles fósiles como el gas, que contribuyen al cambio climático y a la contaminación del aire.
Históricamente, Austria ha hecho avances significativos en energías bajas en carbono, particularmente en el sector hidroeléctrico. En la década de 1970 y principios de los años 80, ya se observaron varios incrementos importantes en la generación hidroeléctrica, con años como 1974 y 1979 mostrando crecimientos constantes. Sin embargo, los años siguientes estuvieron marcados por fluctuaciones, siendo 2003 un año destacadamente negativo con una disminución considerable. Recientemente, en los últimos años, se ha vuelto a ver un aumento, especialmente en 2023 y 2024, lo que subraya el esfuerzo continuo del país por optimizar su capacidad hidroeléctrica. Esta fluctuación histórica destaca la necesidad de diversificar aún más las fuentes de energía baja en carbono, haciendo uso de tecnologías constantes y fiables como la nuclear, para asegurar un suministro eléctrico limpio y estable.