En los últimos doce meses, desde noviembre de 2023 hasta octubre de 2024, la mayoría de la electricidad en México proviene de combustibles fósiles, con más del 74% de la generación total, donde el gas representa aproximadamente el 61%. La electricidad baja en carbono constituye casi el 22% de la generación eléctrica del país. Dentro de esta categoría, la energía hidroeléctrica representa un poco más del 6%, seguida de la energía eólica y solar con alrededor del 5% cada una. La energía nuclear contribuye con un modesto 3%, y la geotérmica, poco más del 1%. Estas cifras destacan la dependencia del país en los combustibles fósiles, pero también sugieren un potencial significativo para aumentar la proporción de electricidad baja en carbono.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, México puede aprender de países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, Francia y Eslovaquia generan la mayor parte de su electricidad mediante energía nuclear, con un 68% y 60%, respectivamente. México podría considerar expandir su capacidad nuclear para lograr una reducción significativa en su dependencia de los combustibles fósiles. También puede tomar ejemplo de Dinamarca, que obtiene casi el 59% de su electricidad de energía eólica. Adoptar políticas que fomenten la inversión y desarrollo en tecnologías eólicas y solares puede ser clave para diversificar las fuentes energéticas y promover un sistema energético más limpio y sostenible.
La historia de la generación de electricidad baja en carbono en México muestra fluctuaciones significativas a lo largo de las décadas. En los años ochenta, la producción de energía hidroeléctrica experimentó múltiples altibajos, como el aumento de 7.7 TWh en 1981, seguido de una disminución de 7.1 TWh en 1986. Entre los años noventa y los primeros años del siglo XXI, se muestran variaciones similares, con aumentos en 1995 y 1999, pero también notables reducciones en 1994 y 2003. En la década de 2010 y hasta la actualidad, los patrones continuaron sin cambios drásticos, aunque 2020 experimentó un aumento significativo en energía solar por 9.2 TWh. Sin embargo, en 2024 se observó un descenso en la generación solar de 9 TWh, así como una disminución de 5.2 TWh en biocombustibles, lo que subraya la necesidad de estrategias consistentes para fortalecer la producción de electricidad baja en carbono.