En Chile, durante el periodo de diciembre de 2023 a noviembre de 2024, la generación de electricidad está dominada por fuentes bajas en carbono, las cuales representan aproximadamente el 70% de la producción total de electricidad. Entre estas, la energía hidroeléctrica es la de mayor contribución, con un poco más del 30%, seguida de cerca por la energía solar con casi el 22%, y finalmente la energía eólica con aproximadamente el 12%. Los biocombustibles, aunque no son insignificantes, tienen una contribución menor de alrededor del 5.5%. En contraste, los combustibles fósiles aún representan alrededor del 30% de la generación, donde el carbón es el mayor contribuyente con cerca del 16%, seguido del gas con un 13.4%.
Chile puede aumentar su generación de electricidad baja en carbono expandiendo su infraestructura solar y eólica existente, que ya tiene un importante papel en la matriz energética del país. Observando ejemplos internacionales, Chile puede mirar a países como Dinamarca, donde la energía eólica alcanza un 59% de la generación de electricidad, como un modelo para continuar expandiendo esta tecnología. También puede extraer lecciones valiosas de países que tienen una alta generación de electricidad a partir de energía nuclear. Aunque la energía nuclear aún no es una opción desarrollada en Chile, países como Suecia y Finlandia han incorporado tanto la energía eólica como nuclear de manera equilibrada, logrando un nivel significativo de sostenibilidad en su producción eléctrica.
Históricamente, desde la década de 1990, la energía hidroeléctrica ha sido la columna vertebral de la generación eléctrica baja en carbono en Chile, experimentando fluctuaciones significativas a lo largo de los años. En los primeros años, la producción hidroeléctrica vio un crecimiento positivo, especialmente en 1991 y 1992. Hubo también períodos de disminución, especialmente en 1998, 2007, y 2010, indicando tensiones en su capacidad. Notablemente, en la última década, la energía solar ha emergido como una nueva fuerza, comenzando un ascenso desde 2021 con un aumento sustancial de más de 3 TWh, continuando con incrementos constantes en 2022 y 2024. Estas tendencias subrayan la evolución pausada pero firme hacia la diversificación de la matriz energética de Chile hacia fuentes aún más limpias.