En Chile, la generación de electricidad es mayoritariamente baja en carbono, representando casi el 70% de la producción total. La energía hidroeléctrica constituye más de un cuarto de este porcentaje, seguida de cerca por la solar, que aporta más de una quinta parte. La energía eólica contribuye con casi un 12%, mientras que los biocombustibles representan alrededor de un 6%. Por otro lado, los combustibles fósiles como el carbón y el gas aún suponen poco más de un 30% de la generación eléctrica, con el carbón aportando aproximadamente un 16% y el gas un poco menos del 14%. Este esquema energético refleja un fuerte compromiso hacia fuentes limpias y sostenibles, aunque todavía queda camino por recorrer para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Chile debería enfocarse en la expansión de tecnologías solares y eólicas, ya que estas han mostrado ser efectivas en el país. Observando a otros países, Dinamarca es un ejemplo inspirador, donde la energía eólica representa más del 50% de su generación. De igual modo, países con características similares, como Uruguay, demuestran que es posible lograr casi un 30% de producción eléctrica eólica. Además, el desarrollo de la energía nuclear también debería considerarse, tomando como referencia a Francia y Eslovaquia, donde la energía nuclear aporta una gran proporción de su electricidad total. La diversidad en la combinación de energías limpias fortalecería la seguridad energética y ayudaría a mitigar los impactos ambientales negativos asociados con los combustibles fósiles.
Históricamente, Chile ha mostrado fluctuaciones en su producción de electricidad baja en carbono, especialmente en energía hidroeléctrica. En los años 90, el país experimentó incrementos significativos en dicha generación, con algunos años de descenso, especialmente entre 1998 y 1999. La primera década del siglo XXI vio otro aumento, particularmente en 2000 y 2005. Sin embargo, en 2007 y 2010, la energía hidroeléctrica cayó notablemente. En la década reciente, la energía solar ha comenzado a destacar, con incrementos significativos desde 2021. En resumen, aunque ha habido altibajos, el impulso hacia una matriz energética más limpia sigue avanzando, con mejoras notables en las contribuciones de las tecnologías eólica y solar en los últimos años.