En 2022, Sierra Leona presentó niveles de consumo eléctrico notablemente bajos en comparación con el promedio global. La mayoría del suministro eléctrico del país proviene de energía hidroeléctrica, que es una fuente de energía baja en carbono, mientras que casi no existen instalaciones de energía eólica o solar. La dependencia de fuentes de energía de combustibles fósiles es mínima, lo que es positivo desde una perspectiva medioambiental, pues limita las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, a pesar de estos aspectos positivos, el total de electricidad disponible por persona es mucho menor que el promedio mundial de 3606 vatios por persona, lo que podría afectar negativamente el desarrollo económico y el acceso a servicios básicos para la población.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Sierra Leona puede mirar ejemplos de otros países exitosos. China, que ha logrado grandes éxitos en energía eólica y solar, generando 950 TWh y 653 TWh respectivamente, podría ser una fuente de inspiración. Además, India ha tenido avances notables en energía solar y eólica, generando 125 TWh y 92 TWh respectivamente, y es un país que enfrenta desafíos similares de crecimiento y desarrollo como Sierra Leona. Implementar políticas favorables, marcos regulatorios efectivos e incentivos económicos podrían facilitar la atracción de inversiones en estas tecnologías. Además, explorar la posibilidad de incluir energía nuclear, que ha sido vital en países como Francia y Estados Unidos, puede diversificar y estabilizar el suministro eléctrico.
La historia reciente de la electricidad baja en carbono en Sierra Leona ha estado dominada por la energía hidroeléctrica. Desde principios de la década del 2000, el crecimiento en generación eléctrica hidroeléctrica ha sido mínimo, con un ligero aumento de 0.1 TWh en 2010, pero sin más cambios significativos en los años sucesivos. El país introdujo energía solar en 2017, aunque su contribución sigue siendo limitada. Esta historia de crecimiento estable es una base para considerar la expansión hacia otras formas de energía baja en carbono, como la solar y eólica, y quizás nuclear, para mejorar en última instancia la seguridad energética y promover el desarrollo sostenible.