En Burkina Faso, el consumo de electricidad en 2022 se caracterizó por una gran dependencia de las importaciones netas, que ascendieron a 1.55 TWh. Esto indica una producción interna de electricidad muy baja, donde casi toda la energía actualmente proviene de combustibles fósiles. Hay una presencia mínima de energías limpias, ya que la generación de electricidad baja en carbono es prácticamente inexistente. Comparado con el consumo global promedio de 3606 vatios por persona, Burkina Faso está muy por debajo de esa cifra, lo que podría afectar negativamente su desarrollo económico y social. La baja producción de electricidad limita el acceso a servicios básicos y al progreso tecnológico, agravando problemas como la pobreza y la falta de infraestructura adecuada.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Burkina Faso podría centrar sus esfuerzos en desarrollar energía solar y eólica. Observando ejemplos exitosos de otros países, China lidera en la generación de energía eólica y solar, aprovechando sus condiciones geográficas y clima favorable. India, que comparte ciertas similitudes geográficas con Burkina Faso, también ha realizado avances significativos en la energía solar y eólica. Estos ejemplos demuestran que con las políticas adecuadas, inversiones y tecnología, Burkina Faso tiene el potencial para aumentar significativamente su capacidad de generación de energía limpia, contribuyendo al desarrollo sostenible y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles que afectan el medio ambiente y la salud pública.
Históricamente, la generación de electricidad baja en carbono en Burkina Faso ha sido limitada y esporádica. En la década de 1990, se observó un pequeño incremento en la generación de energía hidroeléctrica, con leves aumentos en los años 1996 y 1999. Sin embargo, este crecimiento no tuvo continuidad y desde entonces, desde inicios de los años 2000 hasta la última década del siglo XXI, prácticamente no ha habido avances en energías limpias. Aunque hubo un ligero avance en la energía solar en 2018, el progreso se ha mantenido lento. Esto refleja la falta de enfoque y recursos para desarrollar un sector energético que explote el abundante potencial solar y, eventualmente, aproveche el viento, transfiriendo esta situación en una oportunidad única para mejorar su independencia energética y contribuir eficientemente al bienestar ambiental del país.