La situación actual del consumo eléctrico en Argentina muestra un equilibrio casi igual entre electricidad baja en carbono y electricidad generada por combustibles fósiles. A lo largo del último año, desde agosto de 2023 hasta julio de 2024, más de la mitad (51.39%) de la electricidad se generó a partir de fuentes limpias, mientras que casi la mitad (47.91%) provino de combustibles fósiles. De las fuentes bajas en carbono, la energía hidroeléctrica es la principal contribuyente con un 28.33%, seguida por la energía eólica con un 10.67% y la nuclear con un 8.43%. Las contribuciones de solar y biocombustibles son menores, con 2.47% y 1.49% respectivamente. En el lado de los combustibles fósiles, el gas es predominante con un 43.87%, mientras que el petróleo apenas contribuye con un 3.55%.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Argentina debería considerar la expansión de su energía eólica, dado que ya genera una cantidad significativa de electricidad a partir de esta fuente. Mirando a otros países, Argentina puede aprender de Uruguay, donde la energía eólica representa un 36% de la generación de electricidad. Además, países como Francia y Eslovaquia son ejemplos sobresalientes del uso exitoso de la energía nuclear, con un 67% y un 60% de generación eléctrica respectivamente. Adoptar una combinación de energía eólica y nuclear puede ser una estrategia efectiva para Argentina, reduciendo al mismo tiempo las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire.
En la historia reciente de la generación eléctrica baja en carbono en Argentina, hemos visto altibajos significativos. En la década de 1980, la energía hidroeléctrica tuvo importantes incrementos, como en 1980 con un aumento de 4.5 TWh. Sin embargo, también experimentó caídas drásticas, como en 1988 (-6.7 TWh) y en 1996 (-4 TWh). En los últimos años, ha habido fluctuaciones notables, con aumentos en 2020 (+7.2 TWh) y 2023 (+7.1 TWh), pero también caídas significativas como en 2021 (-4 TWh). La energía eólica ha mostrado un crecimiento más constante, especialmente desde 2019, con incrementos consecutivos cada año. Estos datos resaltan la necesidad de una estrategia más estable y robusta para el desarrollo de fuentes de energía baja en carbono en Argentina.