En 2024, el consumo de electricidad en Argentina está dominado principalmente por combustibles fósiles, que representan más de la mitad de la generación total, con una clara predominancia del gas, al aportar alrededor del 51%. En contraste, las fuentes de electricidad baja en carbono constituyen casi un 37% del total. Dentro de esta categoría, la energía hidroeléctrica ocupa el mayor porcentaje con más del 15%, seguida por la energía eólica con algo más del 10% y la nuclear con cerca del 7%. El petróleo completa el cuadro de combustibles fósiles, aportando un 6% a la mezcla. Mientras tanto, las importaciones netas y la solar contribuyen con un 5.6% y un 2.5%, respectivamente. Así, aunque Argentina cuenta con una base significativa de generación baja en carbono, todavía depende en gran medida de los combustibles fósiles.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Argentina podría estudiar la expansión de su capacidad existente de energía eólica, dado que representa una parte sustancial de su mix eléctrico. Incrementar la cantidad de parques eólicos puede emular el éxito de países como Dinamarca, donde la energía eólica supone más de la mitad de toda la electricidad generada. Asimismo, el desarrollo nuclear es una opción viable y efectiva como se puede observar en países como Francia y Eslovaquia, donde la energía nuclear constituye una parte significativa de su generación eléctrica baja en carbono. Argentina puede estudiar estos modelos exitosos y adaptarlos a su contexto para reducir su dependencia de los combustibles fósiles y minimizar su impacto en el cambio climático.
En cuanto a la historia de la electricidad baja en carbono en Argentina, los años ochenta y noventa vieron fluctuaciones considerables en la generación hidroeléctrica, con varios años de aumentos seguidos de periodos de disminución. Durante las primeras décadas del siglo XXI, los cambios continuaron siendo variables, con algunos incrementos notables en los años 2000 y 2023, intercalados con disminuciones sustanciales. La energía eólica comenzó a cobrar relevancia en el 2019, con incrementos sostenidos en los años posteriores. A pesar de las variaciones, estas energías bajas en carbono han desempeñado un papel crucial en el mix energético del país y presentan un potencial de crecimiento considerable para un futuro más limpio y sostenible.