En 2021, la energía eléctrica producida en Guinea Ecuatorial estuvo por debajo de la media mundial, situada en 410 vatios por persona. Aunque no hay datos específicos sobre la potencia eléctrica producida por persona en este país, se puede inferir que la generación de electricidad es insuficiente al combinar el uso predominante de combustibles fósiles con una capacidad de generación baja en carbono prácticamente nula. Esto indica la dependencia del país de fuentes de energía de carbono y la necesidad de invertir más en fuentes de electricidad baja en carbono para reducir las emisiones y el impacto del cambio climático. El bajo nivel de generación de electricidad puede tener varios efectos perjudiciales, como las interrupciones del suministro, la falta de acceso a servicios básicos como el agua potable y la atención sanitaria, y limitaciones para el desarrollo económico.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Guinea Ecuatorial puede aprender de los países exitosos en este campo. Por ejemplo, en la cercana Brasil, se está aprovechando el viento para generar 94 TWh anuales de energía eólica. Además, Chile ha logrado generar 16 TWh anuales a partir de la energía solar. Al considerar estas cifras, es claro que hay un potencial considerable para la implementación de soluciones eólicas y solares en Guinea Ecuatorial. La cuestión no es sólo la utilización de estas fuentes de energía, sino también la creación de políticas y estrategias que permitan su desarrollo y expansión. Esto puede incluir la inversión en infraestructura y formación, así como la promoción de videos a pequeña escala o proyectos comunitarios.
Examinando la historia de la generación de electricidad baja en carbono en Guinea Ecuatorial, se observa que apenas ha habido cambios en las últimas décadas. Los registros muestran que desde 1991 hasta 2002, el país no generó ninguna electricidad a partir de la energía hidroeléctrica. Fue sólo en 2012 cuando comenzó a producir una cantidad muy pequeña de esta energía, que ha sido muy variable y prácticamente constante desde entonces. Resulta alarmante que no haya habido un crecimiento significativo en la producción de este tipo de energía a lo largo de los años, lo que subraya la urgencia de adoptar una estrategia de energía baja en carbono más agresiva. Aunque la generación de energía hidroeléctrica en 2017 y 2019 disminuyó ligeramente en comparación con los años anteriores, estos cambios han sido mínimos.