En Benín, el consumo actual de electricidad es notablemente bajo en comparación con el promedio mundial. La mayoría de la electricidad en Benín proviene de combustibles fósiles, mientras que cerca de un tercio es generada a partir de fuentes limpias como la energía hidroeléctrica y solar. Esta dependencia de combustibles fósiles no solo contribuye al cambio climático y a la contaminación del aire, sino que también refleja una producción de electricidad que es considerablemente más baja que el promedio mundial de 3813 vatios por persona. Este déficit en cuanto a generación eléctrica podría limitar el desarrollo económico y el acceso a servicios básicos para los habitantes de Benín.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Benín podría beneficiarse de estudiar las experiencias de otros países. Brasil, por ejemplo, ha logrado avances significativos en la generación de energía eólica, produciendo 108 TWh. Del mismo modo, India ha incrementado su generación solar a 134 TWh. Estas naciones han impulsado políticas que promueven la inversión en tecnologías limpias. Benín podría seguir su ejemplo mejorando las condiciones para la inversión en energía solar y eólica, y considerando el desarrollo de plantas nucleares, que han sido exitosas en países como Francia y Estados Unidos, donde la energía nuclear representa una parte sustancial de su matriz eléctrica limpia.
La historia de la electricidad baja en carbono en Benín ha mostrado pocos cambios significativos en las últimas décadas. Desde finales de los años 90 hasta la década de 2020, la generación de energía hidroeléctrica ha permanecido estable, sin cambios anuales notables. A partir de 2015, se comenzó a introducir la energía solar, aunque sin incrementos significativos en la producción. Esta tendencia sugiere que hay un gran potencial no explotado que podría desarrollarse para diversificar y fortalecer la matriz eléctrica de Benín con más inversiones en energías limpias y tecnologías avanzadas como la nuclear, la energía eólica y solar.