En 2022, el consumo de electricidad en Camerún refleja una dependencia mixta de fuentes de energía baja en carbono y fósil. De los aproximadamente 8.1 TWh generados, más de la mitad proviene de fuentes bajas en carbono, específicamente de la energía hidroeléctrica, que representa casi toda esta cifra, con 5 TWh de generación. Las fuentes fósiles contribuyen con aproximadamente un tercio del total, con el gas siendo la mayor contribución dentro de esta categoría. Comparado con el promedio mundial de 3638 vatios por persona, el bajo nivel de generación eléctrica en Camerún podría limitar el desarrollo económico, la calidad de vida y el acceso a tecnología avanzada para su población. Además, la dependencia de energía proveniente de combustibles fósiles puede exacerbar problemas ambientales como el cambio climático y la contaminación del aire.
Para aumentar su generación de electricidad baja en carbono, Camerún podría beneficiarse enormemente adoptando estrategias de países exitosos. El caso de Brasil, que genera 102 TWh de energía eólica, es particularmente relevante, ya que comparte similitudes en términos de recursos naturales con Camerún. Asimismo, India, con 128 TWh de energía solar generados, demuestra el potencial de esta fuente en ambientes soleados similares. También, la inversión en energía nuclear es una opción viable, considerando los 50 TWh generados por India, un país con desafíos y contextos socioeconómicos parecidos. Implementar estas tecnologías puede diversificar y estabilizar el suministro eléctrico de Camerún, avanzando hacia un futuro más sostenible.
La historia de la electricidad baja en carbono de Camerún ha estado marcada predominantemente por la energía hidroeléctrica a lo largo de décadas. A principios de la década de 1980, se registraron aumentos modestos pero consistentes en la generación hidroeléctrica, con incrementos de 0.2 a 0.4 TWh. Sin embargo, en los primeros años del siglo XXI, especialmente entre 2002 y 2005, hubo fluctuaciones y descensos ocasionales. Cabe destacar el repunte significativo en 2017 con un incremento de 0.7 TWh, seguido por una disminución en 2021. En cuanto al uso de biocombustibles, el único cambio notable fue un aumento breve en 2006, seguido por una caída el año siguiente. Estos patrones históricos resaltan la necesidad de una planificación e inversión en infraestructuras más robustas para asegurar un crecimiento constante en la generación de electricidad baja en carbono.