En 2022, el consumo de electricidad en Chad es realmente bajo comparado con el promedio global. La generación per cápita alcanza unos cuantos vatios, lo que es considerablemente menos que el promedio mundial de 3606 vatios por persona. La mayoría de la electricidad en Chad se genera a partir de combustibles fósiles, contribuyendo significativamente a las emisiones de carbono y limitando el acceso a una energía limpia y sostenible. La falta de electricidad suficiente puede limitar el desarrollo económico, obstaculizar la educación, complicar la provisión de servicios de salud y afectar negativamente a la calidad de vida de la población. A pesar de esto, la proporción de electricidad baja en carbono es casi inexistente, lo que resalta la dependencia del país en fuentes no sostenibles.
Chad puede aprender de países exitosos en la producción de electricidad baja en carbono para aumentar su generación de este tipo de energía. Por ejemplo, Brasil, que tiene condiciones geográficas y climáticas comparables, ha desarrollado exitosamente la energía eólica, generando cerca de 97 TWh. Por otro lado, India ha destacado con una producción significativa tanto de energía eólica como solar, con 125 TWh y 92 TWh, respectivamente. Estos países han establecido incentivos regulatorios, inversiones internacionales y asociaciones público-privadas para fomentar su capacidad instalada de energía limpia. Chad podría beneficiarse de estrategias similares, particularmente centrando sus esfuerzos en las capacidades solar y eólica, aprovechando su abundante sol y viento.
La historia de generación de electricidad baja en carbono en Chad muestra un crecimiento nulo durante la última década. Desde 2012 hasta 2022, la producción de electricidad a partir de biocombustibles y energía eólica no creció, permaneciendo consistentemente en cero. Esto indica una clara falta de inversión o desarrollo en infraestructuras capaces de permitir el aprovechamiento de estas fuentes. El estancamiento en el desarrollo de fuentes de energía baja en carbono subraya la necesidad urgente de políticas que fomenten inversiones en infraestructuras sostenibles. Esto no solo ayudaría a reducir las emisiones de carbono en Chad, sino que también aseguraría un futuro más limpio y estable energéticamente para el país.