En Sudáfrica, la dependencia a los combustibles fósiles para la generación de electricidad continúa siendo marcadamente alta. En el año 2023, más del 80% de la electricidad del país procedía de este tipo de energía, siendo el carbón responsable de prácticamente todo este porcentaje. En contraste, la proporción de electricidad de origen bajo en carbono se mantiene relativamente baja, representando algo menos del 17% del total. En los que respecta a formas específicas de energía baja en carbono, el solar generó unos siete puntos porcentuales, el eólico alrededor de cinco puntos, y la energía nuclear registró poco más del 3%.
Aumentar la proporción de generación de electricidad baja en carbono es una prioridad para Sudáfrica. En este aspecto, el país puede tomar ejemplo de otros que lideran mundialmente en este ámbito. La energía nuclear, por ejemplo, forma la columna vertebral de las economías de energía baja en carbono en Francia (66%), Eslovaquia (61%) y Ucrania (58%), países que muestran la viabilidad y beneficios de esta fuente de energía. Además, la energía eólica ha demostrado ser una opción fiable y eficiente en Dinamarca (59%) y Uruguay (40%). Sudáfrica también puede buscar inspiración en países que han tenido éxito en la implementación de la energía solar, como Grecia (19%) y Australia (18%).
Si nos remontamos al pasado y miramos la historia de la electricidad baja en carbono en Sudáfrica, se observa una apuesta constante por la energía nuclear desde mediados de la década de 1980 hasta los años 2000, con variaciones en la generación año tras año. En el 2015, hubo un declive significativo en la generación de energía nuclear. No obstante, desde el 2017, comenzó a incorporarse la energía eólica y en el 2023, la energía solar mostró un incremento significativo, llegando a generar 9.6 TWh, un claro hito y signo positivo para el futuro de la energía baja en carbono en Sudáfrica.