La situación actual del consumo de electricidad en Kenia en 2024 muestra que el país produce más de la mitad de su electricidad a partir de fuentes bajas en carbono. La geotérmica representa casi la mitad de esta producción baja en carbono, seguida por la energía hidroeléctrica que aporta aproximadamente una cuarta parte, y la energía eólica que suma casi una sexta parte. Por otro lado, los combustibles fósiles representan una pequeña fracción, con solo 1.15 TWh. Esta combinación proporciona a Kenia una base sólida de producción de electricidad con baja huella de carbono. En comparación con el promedio global de 3813 vatios por persona, el total de generación eléctrica en Kenia es relativamente bajo, lo que podría limitar el desarrollo económico y la calidad de vida debido a la escasez de acceso a servicios energéticos fiables y sostenibles.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Kenia podría expandir su capacidad de energía eólica, dado que esta tecnología ya contribuye significativamente a su matriz energética. Países exitosos como Brasil e India ofrecen ejemplos valiosos con sus importantes contribuciones a la generación eléctrica a través de la energía eólica, produciendo 108 TWh y 82 TWh respectivamente. Adaptar y ampliar políticas que fomenten no solo la energía eólica, sino también la energía solar, puede ser una estrategia efectiva. La experiencia de países con características geográficas y socioeconómicas diversas sugiere que implementar incentivos gubernamentales, mejorar las infraestructuras y fomentar inversiones privadas puede acelerar el crecimiento de la generación de electricidad limpia y mejorar la seguridad energética del país.
Históricamente, Kenia ha demostrado avances y desafíos en la generación de electricidad baja en carbono. Durante las primeras décadas del siglo XXI, la producción de energía hidroeléctrica experimentó variaciones notables. A finales de los años 90, hubo una disminución en la producción hidroeléctrica, seguida por incrementos moderados en los primeros años 2000. Se destacan aumentos significativos en la energía geotérmica a partir de 2014, que marcan un impulso positivo para la diversificación de la matriz energética. En 2019, la energía eólica mostró un crecimiento notable, añadiendo 1.2 TWh a la capacidad del país. No obstante, la dependencia de la energía hidroeléctrica ha mostrado fluctuaciones que subrayan la importancia de continuar diversificando hacia otras fuentes de energía baja en carbono como la eólica y la geotérmica.