En 2022, el consumo de electricidad en la República Centroafricana se caracterizó por su dependiente base en combustibles fósiles, con una generación de electricidad baja en carbono casi inexistente, específicamente de energías hidroeléctricas. Esta situación refleja un patrón insostenible y poco respetuoso con el medio ambiente, donde el impacto de los combustibles fósiles suele traducirse en emisiones significativas de gases de efecto invernadero y contaminación del aire. La generación de electricidad de la República Centroafricana es sustancialmente más baja que el promedio mundial de 3606 vatios por persona, lo que se traduce en un limitado acceso a electricidad, afectando negativamente al desarrollo económico y social del país. Estas bajas tasas de generación pueden obstaculizar el crecimiento industrial, limitar el acceso a servicios modernos y provocar consecuencias adversas para la salud y educación de la población.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, la República Centroafricana puede aprender de países que han tenido éxito en el desarrollo de tecnologías limpias como la energía solar y eólica. Por ejemplo, India ha avanzado considerablemente en generación solar y eólica, alcanzando más de 125 TWh y 92 TWh respectivamente. Brasil, que también posee características geográficas y económicas similares, ha logrado avances significativos en energía eólica, produciendo cerca de 97 TWh. Estas naciones han implementado políticas de incentivación que promueven la inversión y el desarrollo de infraestructura en tecnologías limpias. La adopción de un enfoque vigoroso hacia el desarrollo de energía solar y eólica, junto con la integración eficiente de estas fuentes en la red nacional, podría derivar en una mejora sustancial del suministro de electricidad limpia en el país.
A lo largo de las últimas dos décadas, la historia de la generación de electricidad baja en carbono en la República Centroafricana ha sido poco dinámica, con incrementos marginales en la producción hidroeléctrica, de solo 0.1 TWh en el año 2000 y sin cambios en los años subsiguientes hasta 2019. Este estancamiento refleja una falta de inversión y desarrollo en tecnologías limpias, lo que ha mantenido al país anclado en prácticas menos sostenibles. Esto último representa una oportunidad desaprovechada para explotar los recursos hídricos del país, los que podrían haber sido transformados en una fuente fiable y sustentable de electricidad. La urgente necesidad de diversificar su matriz energética y adoptar tecnologías modernas debe ser prioritario para asegurar un desarrollo sostenible y reducir la dependencia de combustibles fósiles.