En 2022, el consumo de electricidad en Gambia se puede describir como muy bajo, alcanzando apenas los 80 watts por persona, lo que representa una pequeña fracción en comparación con el promedio global de aproximadamente 3638 watts/persona. Esta situación de baja disponibilidad de electricidad, que depende principalmente de combustibles fósiles, puede tener consecuencias importantes en términos de desarrollo económico, acceso a servicios básicos y mejora de calidad de vida. Además, con un enfoque significativo en los combustibles fósiles, Gambia enfrenta desafíos ambientales serios como la contaminación del aire y el cambio climático, que pueden afectar la salud y el bienestar de sus habitantes. Actualmente, la generación de electricidad baja en carbono en Gambia es casi nula, privándola de los beneficios que ofrecen las energías limpias.
Para mejorar y aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Gambia puede inspirarse en las estrategias de otros países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, Brasil ha desarrollado su sector eólico, generando más de 100 TWh y podría ser un modelo a seguir dada su capacidad para integrar esta fuente energética limpia. Además, países como India han avanzado significativamente en la energía solar, produciendo casi la misma cantidad con más de 120 TWh. Estos ejemplos destacan la importancia de invertir en infraestructuras solares y eólicas, beneficiándose de los recursos naturales disponibles en Gambia, como el abundante sol. Al centrarse en estas energías, Gambia no sólo contribuiría a la reducción de su huella de carbono, sino también aumentaría la seguridad energética y podría impulsar su desarrollo económico a largo plazo.
Históricamente, la generación de electricidad baja en carbono en Gambia ha sido prácticamente inexistente. No se registran cambios significativos en la capacidad de generar electricidad a partir de fuentes limpias a lo largo de las últimas décadas. Esto subraya una oportunidad considerable para que Gambia desarrolle una estrategia a largo plazo que no solo diversifique sus fuentes de generación eléctrica, sino que también incorpore tecnologías bajas en carbono, comenzando desde una base casi nula. Esta carencia en la adopción de tecnologías limpias resalta la urgencia de adoptar políticas e inversiones que promuevan las energías solar y eólica, alineándolas con las necesidades energéticas futuras del país.