En 2022, el panorama del consumo de electricidad en Cabo Verde refleja una notable dependencia de los combustibles fósiles, que representan más de dos tercios del suministro total de electricidad, concretamente un 72%. Sin embargo, casi un tercio, exactamente un 28%, proviene de fuentes de electricidad baja en carbono. Este segmento se divide de manera uniforme entre la energía eólica y la solar, cada una contribuyendo con cerca del 14%. Esta adopción de energía baja en carbono es significativa, ya que ayuda a mitigar los negativos impactos del cambio climático y la contaminación atmosférica que los combustibles fósiles suelen agravar.
Para ampliar la generación de electricidad baja en carbono, Cabo Verde puede centrarse en la expansión de las infraestructuras de energía eólica y solar, ya que éstas ya aportan cantidades considerables de electricidad al país. Aprender de países como Dinamarca e Irlanda podría ser útil, ya que estos países han logrado importantes avances en la generación de electricidad a partir del viento, con un 52% y 32% respectivamente. La experiencia de Dinamarca resalta la importancia de adoptar políticas sostenibles e invertir en tecnologías eficientes que maximicen el potencial de estas fuentes de energía limpia.
La historia de la electricidad baja en carbono en Cabo Verde muestra un crecimiento gradual, especialmente notable en la última década. Desde el año 2000 hasta 2021, no se registraron aumentos significativos en la producción de electricidad a partir de fuentes eólicas y solares. Sin embargo, en 2022 se observó un aumento en la generación de energía solar de 0,1 TWh, marcando un paso hacia adelante en la diversificación del mix energético del país. Este progreso reciente sugiere un compromiso más sólido con la energía solar, lo que podría ser la base para un futuro energético más limpio y sostenible.