En 2022, el consumo de electricidad en Tanzania presentaba una significativa dependencia de los combustibles fósiles, con cifras cercanas a 6.10 TWh, lo que representa más de la mitad del total de generación de electricidad del país. La electricidad de origen bajo en carbono, que incluye 2.94 TWh de energías limpias, dentro de las cuales la energía hidroeléctrica representa casi la totalidad con 2.82 TWh, comprende menos de un tercio de la generación total. Debido a esta composición, el consumo de electricidad per cápita en Tanzania es notablemente bajo en comparación con el promedio mundial que es de 3606 watts/persona. Estos bajos niveles de generación eléctrica no solo pueden limitar el desarrollo económico del país, sino también restringir el acceso a servicios esenciales y mejoras en la calidad de vida para la población.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Tanzania podría aprender de otros países exitosos en este ámbito. Por ejemplo, China y Estados Unidos muestran impresionantes cifras de generación tanto en energía eólica como solar. China genera 950 TWh de energía eólica y 653 TWh de solar, mientras que Estados Unidos produce 444 TWh de eólica y 261 TWh de solar. India, que comparte similitudes de desarrollo con Tanzania, ha logrado generar una considerable cantidad de electricidad a través de energías limpias, con 125 TWh de solar y 92 TWh de energía eólica. Tanzania podría considerar la posibilidad de invertir en infraestructuras para potenciar la energía eólica y solar, además de estudiar la implementación de energía nuclear como una solución a largo plazo para lograr una matriz energética más limpia y sostenible.
En términos históricos, la evolución de la electricidad baja en carbono en Tanzania ha estado dominada por la energía hidroeléctrica. Durante la última década del siglo XX y principios del XXI, la generación hidroeléctrica experimentó varios altibajos, con años de incrementos modestos como en 1989 y 1996, y descensos significativos en 1994 y 1997. Sin embargo, se registraron incrementos notables en 1998 y, particularmente, en 2007 con 1.1 TWh adicional. La última década ha mostrado fluctuaciones continuas, destacando caídas en 2011, pero también incrementos en 2014 y 2020. En 2022, hubo un descenso de 0.3 TWh. Estos cambios reflejan la vulnerabilidad de depender principalmente de la energía hidroeléctrica, sugiriendo la necesidad de diversificar hacia otras formas de electricidad baja en carbono como una estrategia más estable y sostenible.