En Tanzania, el consumo actual de electricidad en el año 2022 se compone principalmente de combustibles fósiles. La electricidad generada por fuentes de combustibles fósiles, incluyendo gas, constituye más de la mitad del total, con aproximadamente 12 TWh. La electricidad baja en carbono, que abarca principalmente la energía hidroeléctrica, suma cerca de 3 TWh, lo que representa una porción más pequeña. En comparación con el promedio mundial de generación eléctrica de 3638 vatios por persona, la generación de electricidad en Tanzania es significativamente más baja. Esta situación puede afectar el desarrollo económico, limitar el acceso a servicios esenciales y contribuir a la pobreza energética, impidiendo que el país desarrolle una infraestructura moderna y sostenible.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Tanzania podría aprender de la experiencia de países como China y Brasil. China ha logrado avances significativos en el sector eólico, generando una inmensa cantidad de electricidad a partir de esta fuente, mientras que Brasil ha fortalecido su infraestructura en energía eólica produciendo más de 100 TWh. Angola, un país que comparte similitudes regionales, puede servir de inspiración implementando gradualmente sistemas solares robustos y aprovechando el viento. Tanzania también puede considerar el desarrollo de energía nuclear, tal como lo han hecho exitosamente países como la India y Sudáfrica. La inversión en estas infraestructuras de energía limpia no solo reduciría la dependencia de combustibles fósiles, sino que también promovería la sostenibilidad y la autosuficiencia energética a largo plazo.
La historia de la electricidad baja en carbono en Tanzania se ha centrado principalmente en la energía hidroeléctrica. Desde finales de los años 80 hasta el inicio del nuevo milenio, la producción hidroeléctrica mostró variaciones menores, aumentando unos años y disminuyendo en otros. Durante la primera década de los años 2000, se observaron reducciones frecuentes, como el significativo descenso en 2011. Sin embargo, a partir de 2014 se experimentaron incrementos más sustanciales en la generación hidroeléctrica con cierta regularidad. A pesar de algunos retrocesos, como la caída en 2022, es evidente que hay un interés y esfuerzo continuos por mejorar la generación de electricidad baja en carbono. La estabilidad en el desarrollo de infraestructura hidroeléctrica es un indicador positivo para el futuro, pero complementar esta con energía solar, eólica y nuclear diversificaría la matriz energética y reduciría el impacto ambiental de la generación eléctrica basada en combustibles fósiles.