En 2022, más de la mitad de la electricidad consumida en Namibia provino de importaciones netas, representando alrededor del 64%. La producción de electricidad baja en carbono en el país alcanzó el 34%, siendo la energía hidroeléctrica y la solar las principales fuentes dentro de este grupo. La energía hidroeléctrica aportó poco más del 20% de la electricidad, mientras que la solar contribuyó con aproximadamente el 13%. Por otro lado, la contribución de los combustibles fósiles fue mínima, con el carbón representando solo un poco más del 1% del total de la producción eléctrica. Este panorama resalta el potencial y la necesidad de expandir la generación de electricidad baja en carbono para reducir la dependencia de las importaciones y minimizar el uso de combustibles fósiles que contribuyen al cambio climático.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Namibia puede enfocarse en expandir su ya significativa capacidad solar. Países como Dinamarca y Uruguay han tenido éxito al integrar la energía eólica, y Namibia puede aprender de estas experiencias dada la similitud de climas y recursos naturales. Además, las naciones que han desarrollado con éxito la energía nuclear, como Francia y Eslovaquia, demuestran que la inversión en este tipo de tecnología baja en carbono puede llevar a un suministro eléctrico más limpio y autóctono. Adoptar una combinación de estas estrategias permitiría a Namibia desarrollar un sistema energético más independiente y sostenible.
Históricamente, la electricidad baja en carbono en Namibia ha experimentado fluctuaciones, especialmente en la generación hidroeléctrica. Desde principios de la década de 1990, hubo varios años con disminuciones en la producción hidroeléctrica, como en 1993, 1994, 1996 y 1997. Sin embargo, en otros años, como 1995 y 1998, se observaron aumentos significativos. A partir del año 2000, estos altibajos continuaron, pero la adición de energía solar en 2018 mostró un avance hacia la diversificación de fuentes bajas en carbono. Este progreso señala la importancia de no solo expandir la infraestructura solar, sino también de explorar otras opciones de electricidad baja en carbono para lograr un sistema más robusto y menos dependiente de condiciones climáticas variables.