Actualmente, el consumo de electricidad en Namibia se caracteriza por una alta dependencia de importaciones netas, que constituyen alrededor del 64% de su suministro eléctrico. Sin embargo, el país genera más de un tercio de su electricidad a partir de fuentes de electricidad baja en carbono. La energía hidroeléctrica representa aproximadamente el 21% y la energía solar contribuye con un 13%. La dependencia de los combustibles fósiles es casi insignificante, con solo un 1.3% del suministro eléctrico proveniente del carbón.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Namibia podría expandir su ya significativa capacidad de energía solar. Al observar el éxito de países similares y otros en el desarrollo de energías limpias, Namibia puede aprender de Uruguay, donde la energía eólica contribuye con un 36% del suministro eléctrico. Además, aunque no es un país con condiciones idénticas, países como Dinamarca han logrado generar un 61% de su electricidad a partir de la energía eólica, demostrando que la inversión en energía eólica y solar puede ser altamente efectiva. Namibia también puede considerar la opción de la energía nuclear, inspirándose en países como Francia y Eslovaquia que generan más de la mitad de su electricidad con energía nuclear.
A lo largo de las décadas, Namibia ha visto fluctuaciones en la generación de electricidad baja en carbono, especialmente en energía hidroeléctrica. En la década de 1990, la energía hidroeléctrica vio altibajos con incrementos en 1995 y 1998, así como disminuciones notables en 1993, 1994 y 1996. En el nuevo milenio, ha habido aumentos ocasionales en 2000, 2002 y 2005. En años más recientes, la expansión continua ha mostrado algunos avances, como en 2020 con un aumento de 0.6 TWh, aunque también hubo disminuciones en 2018 y 2021. La energía solar comenzó a ser una parte significativa del mix energético en 2018 con un incremento de 0.2 TWh, lo que sugiere una dirección prometedora hacia más inversiones en energía limpia.