En el año 2022, la electricidad en Zimbabue provino principalmente de fuentes de baja emisión de carbono y de combustibles fósiles, junto con una porción significativa de importaciones netas. Más de la mitad de la electricidad, cerca del 56%, fue generada por fuentes de baja emisión de carbono, siendo la energía hidroeléctrica la mayor contribuyente con el 55%. Sin embargo, el país todavía depende de combustibles fósiles, como el carbón, que representa el 27% de la generación de electricidad. Además, Zimbabue importó alrededor del 16% de su electricidad, lo que señala una dependencia considerable de fuentes externas para cubrir sus necesidades energéticas.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Zimbabue podría inspirarse en las estrategias seguidas por otros países exitosos. Por ejemplo, Uruguay ha logrado generar el 36% de su electricidad a partir de energía eólica, mientras que Grecia produce un 22% tanto de energía solar como eólica. Estos modelos muestran que Zimbabue podría centrarse en expandir tanto la energía solar como la eólica para diversificar su matriz energética baja en carbono. Además, a pesar de que actualmente no se menciona la energía nuclear en Zimbabue, las experiencias de países como Francia, donde el 67% de su electricidad es generada por energía nuclear, demuestran que esta puede ser una opción viable y sostenible para la producción a largo plazo de energía limpia.
La historia reciente de la electricidad baja en carbono en Zimbabue ha visto variaciones significativas, especialmente en la generación hidroeléctrica. Durante las décadas de 1980 y 1990, la producción de energía hidroeléctrica fluctuó, con un decrecimiento notable en los años 1982, 1987, y 1991, pero también con incrementos considerables en 1989 y 1990. Desde el año 2000, se han observado tanto reducciones como aumentos en esta fuente de energía cada pocos años, con un crecimiento significativo en 2003 y más recientemente en 2021 con un incremento de 2.1 TWh. Estas fluctuaciones reflejan desafíos en el aprovechamiento constante de los recursos hidroeléctricos, y podrían motivar un interés creciente en explorar otras tecnologías de energía baja en carbono para garantizar un suministro más estable y sostenible de electricidad.