En 2022, Líbano dependió mayoritariamente de los combustibles fósiles para su generación eléctrica, con 9,1 TWh provenientes de estas fuentes. Esto implica que más de la mitad de la electricidad en Líbano fue generada a partir de combustibles fósiles, específicamente petróleo y gas. En términos comparativos, el promedio global de consumo eléctrico es de 432 vatios por persona, mientras que el de Líbano es significativamente menor, lo cual sugiere un acceso limitado a la electricidad. Este bajo nivel de generación eléctrica puede tener efectos negativos en el desarrollo económico y en la calidad de vida, debido a la falta de acceso confiable a energía.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Líbano puede aprender de países exitosos en este ámbito. Por ejemplo, la República Popular China ha logrado avances significativos en la generación eólica con 886 TWh, así como en la solar con 584 TWh. Estados Unidos también es un buen ejemplo con su alta generación nuclear de 775 TWh y generación eólica de 425 TWh. Incluso países más cercanos y similares a Líbano, como Turquía y Brasil, han desarrollado capacidad significativa en energía eólica y solar, generando 34 TWh y 52 TWh respectivamente. Estos casos demuestran que tanto la energía nuclear como la eólica y solar son vías viables y efectivas para desarrollar un suministro eléctrico más limpio y sostenible.
A lo largo de su historia reciente, Líbano ha mostrado fluctuaciones en su generación de electricidad baja en carbono, principalmente a través de la energía hidroeléctrica. Desde principios de los años ochenta hasta la primera década del siglo XXI, la generación hidroeléctrica experimentó pequeños aumentos y disminuciones, con algunos incrementos notables en 2003 (0.7 TWh) y 2012 (0.4 TWh). En 2021, también se registró un ligero aumento en la generación solar (0.2 TWh). Asimismo, ha habido años con significativas caídas en la generación hidroeléctrica, como en 1999 (-0.5 TWh) y 2014 (-1 TWh). Aunque ha habido fluctuaciones, es evidente que hay una base sobre la cual se puede construir con más inversiones en tecnologías de energía limpia como la solar y la eólica, además del potencial de la energía nuclear.