En 2023, más de la mitad de la electricidad consumida en Líbano se genera a partir de combustibles fósiles, representando aproximadamente el 53% del total. Aunque esta proporción es significativa, el país ha hecho avances notables en el uso de electricidad baja en carbono, que abarca cerca del 47% de su generación eléctrica. Entre las fuentes bajas en carbono, la energía solar constituye casi un tercio, mientras que la energía hidroeléctrica representa casi un 15%. Estos desarrollos positivos muestran que Líbano está haciendo esfuerzos para diversificar su mezcla energética y reducir su dependencia de combustibles fósiles, lo cual es clave para mitigar el cambio climático y disminuir la contaminación del aire.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Líbano debería centrarse en expandir sus capacidades solares, aprovechando el éxito que ya tiene en este sector. El país puede aprender lecciones importantes de naciones como Marruecos y Grecia, que respectivamente generan un 21% y un 22% de su electricidad a partir del viento, a pesar de tener recursos y desafíos similares. Aunque Líbano aún no ha explorado la energía nuclear de manera significativa, mirar hacia países como Armenia y los Emiratos Árabes Unidos, donde la energía nuclear tiene un papel importante al generar 30% y 20% de la electricidad respectivamente, podría proporcionar ideas valiosas sobre cómo integrar esta fuente limpia en su matriz energética.
La historia de la electricidad baja en carbono en Líbano se ha caracterizado por fluctuaciones en la generación hidroeléctrica. En la década de 1980, se experimentaron descensos, como el de 1982, donde la producción cayó ligeramente. Durante los años 90 y principios del nuevo milenio, Líbano vio aumentos moderados en la generación hidroeléctrica, aunque con ciertos retrocesos, como en 1999 y 2004. La década de 2010 trajo fluctuaciones constantes, con algunas caídas fuertes, especialmente en 2014. Sin embargo, la generación solar ha mostrado una tendencia prometedora, con incrementos a partir de 2021, lo que marca un punto de inflexión hacia una dependencia más significativa de esta fuente limpia.