En el año 2022, la situación del consumo de electricidad en Saint-Pierre y Miquelón se basó completamente en combustibles fósiles, lo cual significa que la totalidad de la electricidad generada provino de fuentes como el petróleo o el gas. Esto representa un serio desafío en términos de sostenibilidad ambiental, ya que el uso de combustibles fósiles contribuye al cambio climático y la contaminación del aire. La dependencia total de estas fuentes no solo resulta insostenible a largo plazo, sino que también deja a la región vulnerable a las fluctuaciones del mercado energético global y a las preocupaciones medioambientales. Por lo tanto, hay una necesidad urgente de transición hacia fuentes de electricidad baja en carbono.
Para incrementar la generación de electricidad de baja en carbono en Saint-Pierre y Miquelón, mirar a otros países que han tenido éxito en esta transformación puede ser muy instructivo. Francia, por ejemplo, ha hecho un uso extensivo de la energía nuclear, generando más de dos tercios de su electricidad de esta manera, lo cual le proporciona una matriz energética muy limpia y confiable. Dinamarca ha destacado por su inversión en energía eólica, generando casi un 60% de su electricidad a partir de esta fuente. Pese a las diferencias en tamaño y recursos, Saint-Pierre y Miquelón podría aprender de tecnologías y políticas efectivas implementadas en estos países para diversificar su matriz energética y reducir su dependencia de los combustibles fósiles.
Históricamente, Saint-Pierre y Miquelón no han hecho transiciones significativas hacia la generación de electricidad baja en carbono, dado que no hay registros de cambios destacados en esta dirección en las últimas décadas. La región ha mantenido históricamente una dependencia de los combustibles fósiles para sus necesidades eléctricas sin implementar fuentes alternativas como la energía nuclear, eólica o solar. Este estancamiento en transformaciones energéticas sugiere que hay un amplio campo para el desarrollo de iniciativas de instalación y fomento de tecnologías limpias, donde tanto la tecnología nuclear como la eólica y solar pueden jugar un papel crucial en la configuración de un futuro energético más sostenible.