En 2022, el consumo de electricidad en Uzbekistán fue dominado en gran medida por combustibles fósiles, que representaron más del 89% de la electricidad generada, mientras que el gas contribuyó con un 84%, siendo la fuente predominante. La electricidad baja en carbono, que incluye principalmente la energía hidroeléctrica, constituyó aproximadamente un 6% de la generación total. La energía hidroeléctrica casi acaparó todo este segmento, con un 6.34%. Además de las fuentes internas, Uzbekistán importó cerca del 5% de su electricidad. El uso de carbón fue reducido, alcanzando solo alrededor del 3%. La alta dependencia de los combustibles fósiles plantea preocupaciones ambientales sobre las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Uzbekistán podría mirar el ejemplo de otros países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, las experiencias de Eslovaquia y Ucrania, donde más de la mitad de su electricidad se genera a través de energía nuclear (60% y 55%, respectivamente), podrían ser imitaras por Uzbekistán dada la similitud en el contexto regional y el potencial técnico. Además, la adopción de la energía nuclear podría proporcionar una base estable y considerable para la generación de electricidad baja en carbono, ayudando al país a reducir su dependencia de los combustibles fósiles. También podría aprender de países como emular la ampliación de la energía eólica que vemos en lugares como Dinamarca y Lituania, que generan 59% y 34% de su electricidad de esta manera. Introduciendo estas fuentes de energía a mayor escala sería un camino hacia un suministro más limpio y sotenible.
Si observamos la historia de la generación de electricidad baja en carbono en Uzbekistán, principalmente en el sector hidroeléctrico, vemos fluctuaciones significativas. En los años 80 y 90, hubo incrementos ocasionales, como en 1987 con un aumento de 2.2 TWh y en 1993 con 1.1 TWh adicionales, aunque con cierta inestabilidad reflejada por declives en años intermedios, como en 1989 y 1995. Desde el principio del siglo XXI, hubo un repunte considerable en 2002 con 1.7 TWh seguido por un pico en 2005 sumando 2.8 TWh. Sin embargo, esta tendencia no fue constante, ya que las reducciones como la de 2006 minera claramente los avances, reduciendo notablemente la capacidad de generación con 4.3 TWh menos. Desde 2010, aunque hubo algunos incrementos, las reducciones han sido una constante, incluyendo un retroceso reciente en 2020 de 1.5 TWh. Este historial discontinuo enfatiza la necesidad de inversiones sostenidas y políticas robustas para estabilizar y expandir el suministro de electricidad baja en carbono.