En Australia en 2024, la mayor parte de la electricidad proviene de fuentes fósiles, representando más del 60% del total, con el carbón siendo el principal contribuyente, superando el 45%. Sin embargo, las energías bajas en carbono, que incluyen solar, eólica, e hidroeléctrica, componen aproximadamente el 35% del mix eléctrico del país. Dentro de estas fuentes limpias, la solar es la más significativa, generando casi el 18% de la electricidad, seguida por la energía eólica con cerca del 12% y la energía hidroeléctrica con casi el 5%. La generación de electricidad a partir de biocombustibles representa una pequeña parte del total, con aproximadamente un 1%. A pesar de la notable contribución de las fuentes limpias, existe un considerable dominio de los combustibles fósiles, lo que plantea un desafío ambiental debido a sus efectos en el cambio climático y la contaminación del aire.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Australia debería centrarse en expandir sus capacidades existentes de energía solar y eólica, que ya son fuentes importantes en la producción eléctrica del país. Aprendiendo de Dinamarca e Irlanda, que cuentan con una significativa participación de la energía eólica en su generación eléctrica, Australia podría establecer políticas que incentiven el desarrollo de infraestructuras y tecnologías eólicas avanzadas. Además, aunque Australia no cuenta actualmente con energía nuclear, puede observar el éxito de Francia, donde la energía nuclear proporciona más del 68% de la electricidad, para considerar a futuro esta fuente de energía limpia y estable como parte de su mix energético.
Históricamente, la electricidad baja en carbono en Australia ha visto un desarrollo notable desde finales de la década de 2010. La energía solar ha mostrado un crecimiento continuo y significativo desde 2018, con aumentos anuales importantes en su generación, particularmente desde 2019. La energía eólica también ha seguido una tendencia ascendente, contribuyendo cada año con incrementos notables a la producción total. En cuanto a la energía hidroeléctrica, ha experimentado fluctuaciones, con incrementos ocasionales pero también declives, como en 2014 y 2019, lo que sugiere variabilidad en función de factores externos. Este desarrollo indica una transformación gradual hacia una matriz energética más limpia y sostenible, aunque aún queda un camino por recorrer para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles.