En 2024, el consumo de electricidad en Moldavia está dominado principalmente por los combustibles fósiles. Con más del 87% proveniente del gas, el país depende en gran medida de fuentes fósiles, lo que implica un impacto ambiental negativo debido a las emisiones de carbono y la contaminación del aire. Las importaciones netas también juegan un papel en el suministro energético del país, con casi el 7% del total. En cuanto a la electricidad baja en carbono, Moldavia obtiene cerca del 6% de su electricidad a partir de estas fuentes, siendo la energía hidroeléctrica y la energía eólica las únicas contribuyentes significativas, con aproximadamente el 4% y el 1%, respectivamente. La dependencia tan elevada de los combustibles fósiles muestra una gran oportunidad y necesidad para Moldavia de diversificar sus fuentes de electricidad hacia opciones más limpias y sostenibles.
Moldavia puede aumentar su generación de electricidad baja en carbono aprendiendo de países que han tenido éxito en transitar a energías más limpias. Por ejemplo, países como Francia y Ucrania dependen en gran medida de la energía nuclear, lo cual constituye un porcentaje significativo de su mix eléctrico, el 68% y 55% respectivamente. Dada la situación de Moldavia, inspirarse en sus vecinos europeos como Eslovaquia, donde la energía nuclear representa el 60% de la electricidad, podría ser una opción viable. Además, Moldavia podría invertir en energía eólica, siguiendo el ejemplo de Dinamarca y Lituania, donde la energía eólica contribuye con un 59% y un 34% respectivamente. Estas estrategias ofrecen un ejemplo claro de cómo Moldavia puede avanzar hacia un futuro más sostenible y menos dependiente de los combustibles fósiles.
La historia reciente de Moldavia en cuanto a electricidad baja en carbono presenta fluctuaciones principalmente en la energía hidroeléctrica. Durante los primeros años de la década de 1990, observamos aumentos y disminuciones en pequeñas cantidades en la generación, sin un cambio acumulativo importante. Se mantuvo estable entre 1995 y 2009, con pocos aumentos limitados hasta el 2017. En 2022, se introdujo por primera vez la energía eólica, aunque el incremento fue modesto. Sin embargo, en 2024 tanto la hidroeléctrica como la eólica experimentaron un ligero descenso. Esto indica que, históricamente, los avances en energías limpias han sido lentos y es un área que necesita atención y desarrollo significativo para aumentar la sostenibilidad y seguridad energética del país en el futuro.