En el año 2022, el consumo de electricidad en Cuba se caracterizó por una abrumadora dependencia de combustibles fósiles, con más del 95% de la generación eléctrica proveniente de estas fuentes, incluyendo el gas que representa aproximadamente el 9% del total. En contraste, la contribución de la electricidad baja en carbono fue mínima, representando apenas un 4.66% del total. Dentro de este pequeño margen, los biocombustibles constituyeron cerca de la mitad de la generación baja en carbono, con un 2.41%, mientras que la energía solar aportó un 1.48%. Esta alta dependencia de combustibles fósiles tiene implicaciones significativas, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y contaminación, lo cual resalta la necesidad de aumentar la producción de energía limpia.
Para aumentar la generación eléctrica baja en carbono, Cuba podría aprender de la experiencia de países exitosos que han logrado altos porcentajes de generación limpia. Países como Uruguay, donde el 36% de la electricidad proviene de energía eólica, muestran el potencial de este recurso que podría ser imitado por Cuba dado su clima y geografía similares. La energía solar también tiene un gran potencial, como lo demuestran países como Chile, donde alcanza el 21%. Además, aunque actualmente la generación nuclear es inexistente en Cuba, países como Francia y Eslovaquia han logrado cubrir más de la mitad de su suministro eléctrico mediante energía nuclear. Esta fuente podría ofrecer una alternativa estable y baja en carbono a largo plazo para la isla.
En términos históricos, el desarrollo de la electricidad baja en carbono en Cuba ha experimentado fluctuaciones, especialmente en el caso de los biocombustibles. En la década de los noventa, se observaron aumentos y disminuciones modestas en su producción. A partir del año 2013, se comenzaron a notar incrementos en la generación de energía solar, aunque estos incrementos han sido poco significativos. En los últimos años, tanto los biocombustibles como la energía solar han experimentado cambios menores, pero la falta de avances más contundentes en estos sectores sugiere la necesidad de una estrategia más ambiciosa y consistente para realizar una transición efectiva hacia una matriz energética más limpia y sostenible en el futuro.