En el año 2022, el consumo de electricidad en Santa Lucía se basó exclusivamente en el uso de combustibles fósiles, representando el 100% de su generación eléctrica. Esto significa que no hubo ningún aporte de fuentes de energía baja en carbono como la nuclear, solar o eólica en su matriz eléctrica. Tal dependencia de los combustibles fósiles no solo genera preocupaciones en términos de sostenibilidad ambiental debido a las emisiones de carbono, sino que también expone al país a la volatilidad de los precios internacionales del petróleo y el gas.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Santa Lucía debería considerar modelos exitosos de otros países que han integrado con éxito energía limpia en su generación eléctrica. Un ejemplo relevante es Uruguay, que ha logrado generar más de un tercio de su electricidad mediante energía eólica. Este caso demuestra que, incluso sin forzosamente tener grandes recursos financieros o territoriales, es posible liderar en energía limpia aprovechando recursos naturales disponibles localmente y fomentando políticas de incentivo a las inversiones en infraestructuras renovables. Además, el desarrollo de energía solar puede ser considerable, tomando ejemplos de países como Grecia y Chile, donde la energía solar representa al menos una quinta parte de su generación eléctrica.
En cuanto a la historia de la electricidad baja en carbono en Santa Lucía, los datos disponibles no muestran cambios significativos en la generación de electricidad mediante energías limpias. La transición hacia fuentes de energía baja en carbono aún no parece haber comenzado, lo que resalta la necesidad urgente de políticas que promuevan la diversificación hacia opciones más limpias y sostenibles. A medida que el mundo avanza hacia una mayor conciencia ambiental, los países como Santa Lucía tienen la oportunidad de seguir modelos de éxito y establecer infraestructuras que aseguren un futuro energético sostenible para sus ciudadanos.