En 2022, el consumo de electricidad en Argelia se basó predominantemente en combustibles fósiles, con el gas proporcionando casi toda la electricidad fósil del país, sumando un total de 87.5 TWh. La electricidad baja en carbono ocupa una porción muy pequeña, casi nula, del total de generación eléctrica en Argelia. Si comparamos el consumo per cápita de electricidad con el promedio mundial, que es de 432 vatios por persona, Argelia se encuentra significativamente por debajo de este estándar. Esta baja generación de electricidad puede llevar a problemas como la dependencia de importaciones energéticas, limitaciones en el desarrollo económico y desafíos en la modernización de su infraestructura energética, además de contribuir negativamente al cambio climático y la contaminación del aire.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Argelia puede aprender de numerosos países que han logrado grandes avances en este campo. Por ejemplo, China ha generado 886 TWh de electricidad eólica y 584 TWh de energía solar al año, destacándose globalmente. Argelia también podría beneficiarse de la expansión de la energía nuclear, siguiendo ejemplos como el de Francia, con 336 TWh provenientes de esta fuente. Otros países similares a Argelia que también han progresado incluyen a Brasil y sus 96 TWh de energía eólica y 15 TWh de energía nuclear. Para Argelia, emular estas estrategias diversificadas de energía nuclear, eólica y solar podría ser clave para una transformación energética sostenible.
La historia de la electricidad baja en carbono en Argelia muestra un patrón fluctuante, especialmente en la energía hidroeléctrica. En la década de 1980, por ejemplo, la generación de energía hidroeléctrica varió con incrementos y decrementos menores, como los aumentos de 0.2 TWh en 1981 y 1987, y caídas similares en otros años. En la primera parte de los años 2000, hubo aumentos esporádicos como el de 2003 con 0.2 TWh y una declinación en 2006 de -0.3 TWh. Recientemente, en 2017, se registró un aumento de 0.5 TWh en energía solar, lo que indica un interés emergente en esta tecnología. Sin embargo, la falta de una estrategia consistente y robusta ha limitado el crecimiento de las fuentes bajas en carbono, demostrando la necesidad de una planificación y adopción más firme y dirigida hacia tecnologías sostenibles como la nuclear, la solar y la eólica.