En el año 2022, el consumo de electricidad en Samoa Americana estuvo dominado por combustibles fósiles, que representaron más del 90% de la generación eléctrica en la región. La electricidad baja en carbono, en particular la solar, apenas alcanzó alrededor del 5.5%. Esta limitación en el uso de energías limpias subraya una fuerte dependencia en el uso de petróleo, gasolina o alguna otra fuente de energía fósil para alimentar el sistema eléctrico de Samoa Americana. Esta alta proporción de combustibles fósiles no solo afecta al medio ambiente local y global, pero también abre la región a vulnerabilidades asociadas con las fluctuaciones de precios en el mercado energético mundial y los problemas de suministro relacionados.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Samoa Americana puede mirar ejemplos globales de países con éxito en la transición a fuentes de energía más limpias. Por ejemplo, el uso extensivo de energía eólica ha sido un pilar fundamental para países como Dinamarca y Lituania, donde más de la mitad y un tercio, respectivamente, de su electricidad es generada por el viento. Aunque Samoa Americana es más pequeña y enfrenta desafíos únicos como país insular, tiene similitudes con lugares como Cabo Verde, que ha aprovechado la energía eólica para cubrir alrededor del 14% de sus necesidades energéticas. Aprendiendo de estas experiencias, Samoa Americana podría considerar no solo la expansión de la energía solar, sino también explorar el potencial de la energía eólica, dada su ubicación geográfica que puede aprovechar los vientos del océano Pacífico.
La historia reciente de la electricidad baja en carbono en Samoa Americana muestra un estancamiento, ya que en 2022 no hubo un cambio significativo en la producción de electricidad solar respecto al año anterior. Esto indica que no se han hecho incorporaciones substanciales de capacidad solar ni otras inversiones significativas en infraestructura de energía limpia durante ese tiempo. A medida que Samoa Americana busca abordar sus necesidades energéticas futuras, sería beneficioso considerar estrategias para diversificar y expandir su mix de electricidad hacia fuentes más bajas en carbono. Este movimiento no solo contribuiría a la sostenibilidad ambiental, sino que también fortalecería la seguridad energética de la región a largo plazo.