En el año 2022, el consumo de electricidad en Papua Nueva Guinea se caracterizó por una amplia dependencia de los combustibles fósiles, que representaron casi el 75% de la generación total de electricidad. Alrededor del 19% provino específicamente del gas. En contraste, la electricidad baja en carbono representó aproximadamente una cuarta parte del suministro, dividida principalmente entre energía hidroeléctrica, que aportó casi el 17%, y la energía geotérmica con poco más del 8%. Esta distribución muestra una necesidad urgente de aumentar la proporción de fuentes de energía limpias para combatir los efectos negativos del cambio climático y la contaminación del aire.
Para aumentar la producción de electricidad baja en carbono, Papua Nueva Guinea puede aprender de la experiencia de otros países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, Dinamarca genera más del 60% de su electricidad a partir de la energía eólica, mostrando que una inversión significativa en infraestructuras eólicas puede ser muy efectiva. Otro ejemplo es Uruguay, que genera el 36% de su electricidad mediante energía eólica, lo que sugiere que los países con condiciones geográficas y climáticas similares a Papua Nueva Guinea podrían también beneficiarse de esta tecnología. Además, la diversificación con energía solar, como en Australia o Chile donde alrededor del 19% y 21% de la electricidad, respectivamente, provienen de esta fuente, podría ser una opción viable para complementar la matriz energética del país.
La historia de la electricidad baja en carbono en Papua Nueva Guinea indica un crecimiento gradual pero inconsistente. En los años 80 y 90, la generación de energía hidroeléctrica vio varias fluctuaciones pequeñas, con incrementos notables en 1983, 1986, 1989 y 1995, y descensos en 1987 y 1997. En 2003, se introdujo la energía geotérmica y experimentó un crecimiento significativo en 2005. Desde 2011, la generación hidroeléctrica ha mostrado marginales cambios positivos o nulos, con una disminución notable en 2017. Esta historia sugiere la necesidad de una estrategia más estable y consistente para aumentar la producción de electricidad baja en carbono en el futuro.