En Papúa Nueva Guinea, en el año 2022, el consumo eléctrico se caracterizó por una alta dependencia en combustibles fósiles, con más de las tres cuartas partes de la electricidad generada a partir de estas fuentes, específicamente un 74.95%. Del lado contrario, la producción de electricidad baja en carbono alcanzó apenas un cuarto del total, con un 25.05%. Dentro de las fuentes de energía baja en carbono, la energía hidroeléctrica fue la más destacada con un 16.56%, seguida de la energía geotérmica, que representó el 8.28%. Mientras que el gas, como parte de los combustibles fósiles, tuvo una participación del 18.84%. Esta dependencia en fuentes fósiles plantea la necesidad de estrategias que aumenten la participación de fuentes de energía más limpias y sostenibles.
Para mejorar la generación de electricidad baja en carbono, Papúa Nueva Guinea puede aprender de países que han tenido éxito en este ámbito. Observando a Dinamarca y Uruguay, que han logrado generar más de un tercio de su electricidad con energía eólica, se puede considerar la expansión del uso de la energía eólica en el país, dado su potencial de viento en algunas regiones. Además, el contexto geotérmico activo de lugares como Kenia, con un 13% de electricidad provenientes de energía eólica, resalta la posibilidad de expandir también la energía geotérmica. Al igual que Grecia y Chile, que han aumentado su capacidad solar significativamente, Papúa Nueva Guinea podría apostar por incrementar el uso de la energía solar, aprovechando su clima soleado.
A través de las décadas, la trayectoria de desarrollo de electricidad baja en carbono en Papúa Nueva Guinea ha estado marcada principalmente por la energía hidroeléctrica, con incrementos en los años 1983, 1986, 1989, y un notable aumento en 1995 de 0.4 TWh. Sin embargo, ha habido periodos de estancamiento e incluso disminuciones en 1987 y 1997, evidenciando fluctuaciones en la estabilidad de esta fuente. La introducción de energía geotérmica en 2003 y su expansión en 2005, con otro aumento en 2007, mostró un paso hacia la diversificación en generación baja en carbono. En resumen, estos datos históricos reflejan un lento pero importante progreso hacia una matriz energética más limpia que Papúa Nueva Guinea puede continuar fortaleciendo.