En 2022, Armenia se encuentra en un punto de equilibrio interesante en cuanto a la producción de electricidad, con un poco más de la mitad de su electricidad generada a partir de fuentes bajas en carbono, como energía nuclear e hidroeléctrica, que juntas aportan aproximadamente un 30% y un 23%, respectivamente. Además, un pequeño porcentaje cerca del 4% proviene de la energía solar. Sin embargo, todavía se depende significativamente de combustibles fósiles, principalmente gas, que representa alrededor del 43% del total. Este equilibrio muestra un esfuerzo importante hacia las energías limpias, pero aún queda un largo camino para reducir la dependencia de los combustibles fósiles con el fin de minimizar el impacto climático y asegurar un aire más limpio.
Para que Armenia aumente la generación de electricidad baja en carbono, sería beneficioso expandir su capacidad nuclear dado que ya tiene una base sólida en esta área. Aprender de otros países podría ser clave. Por ejemplo, Francia y Eslovaquia, donde la energía nuclear representa el 68% y 60% de su generación eléctrica, respectivamente, muestran cómo se puede depender significativamente de esta fuente. También se podría considerar la expansión de la energía solar, inspirándose en países como Chipre y Lituania, que han alcanzado cerca del 19% y 15% de generación solar, respectivamente. Estos ejemplos pueden ofrecer ideas valiosas para potenciar el uso de tecnologías nucleares y solares en un contexto armenio.
Revisando la historia de la electricidad baja en carbono en Armenia, observamos que en los primeros años de la década de los 90, la energía hidroeléctrica tuvo fluctuaciones, con una notable disminución en 1994 y 1995. A mediados de los años 90, el país experimentó un aumento significativo en la generación nuclear en 1996 con un incremento de 2 TWh, aunque esto fue seguido por periodos de baja producción. Durante la década del 2000, la producción de energía hidroeléctrica mostró pequeños aumentos y, posteriormente, a partir de 2010, se experimentaron desarrollos modestos tanto en hidroeléctrica como en nuclear. A pesar de ciertas disminuciones, como las vistas en años como 2018 y 2021 en la producción nuclear, 2022 presentó una recuperación con un aumento de 0.8 TWh, lo que demuestra el potencial de crecimiento en este sector.