En 2022, Armenia presentó un balance energético prácticamente equitativo entre las fuentes de electricidad de baja en carbono y los combustibles fósiles. Más de la mitad de la electricidad provino de fuentes limpias, alcanzando casi el 57%, mientras que el 43% restante dependió del gas, un combustible fósil. La energía nuclear fue la tecnología baja en carbono más significativa, contribuyendo con casi un tercio de la electricidad total del país. La energía hidroeléctrica también jugó un papel importante al proporcionar casi una cuarta parte del suministro eléctrico, mientras que la solar, aunque mucho menor, mostró una presencia cercana al 4%.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Armenia podría reforzar su infraestructura nuclear existente, emulando a países exitosos en este campo. Un ejemplo destacable es Francia, que genera el 67% de su electricidad a partir de energía nuclear, demostrando la eficiencia y el potencial de esta tecnología. También, países con contextos similares, como Eslovaquia y Ucrania, han logrado alcanzar un 60% y un 55% de electricidad nuclear, respectivamente. La adopción de estrategias de estos países podría guiar a Armenia en la expansión de su capacidad nuclear. Además, la implementación de fuentes eólicas, aprendiendo de Uruguay e Irlanda que generan más del 30% de su electricidad mediante energía eólica, también podría contribuir significativamente a un mix energético más limpio.
Observando la historia de la electricidad baja en carbono en Armenia, se destacan varios cambios importantes. En los primeros años de la década de 1990, la energía hidroeléctrica experimentó un incremento seguido de una caída notable entre 1993 y 1995. Posteriormente, en 1996, hubo un gran impulso en la generación nuclear, mientras que la hidroeléctrica continuó disminuyendo ligeramente. Durante finales de los años 1990 y principios de los 2000, se notaron fluctuaciones moderadas en ambas tecnologías, con un crecimiento más sostenido de la energía hidroeléctrica hacia 2002 y 2003. En la última década, la generación nuclear mostró algunas caídas significativas que son criticables, intercaladas con incrementos ocasionales, destacándose un aumento en 2022 que apunta a su fortalecimiento y relevancia continuada en el panorama energético del país.