En 2023, El Salvador ha estado usando mayoritariamente electricidad baja en carbono para satisfacer sus necesidades energéticas. Más de dos tercios de la electricidad del país provienen de fuentes limpias, con un significativo aporte de energía hidroeléctrica (más del 20%) y geotérmica (también más del 20%). La energía solar también juega un papel importante, contribuyendo con algo más del 14% de la electricidad. En cambio, los combustibles fósiles, principalmente gas, representan menos de un tercio del total, aproximadamente un 28%. Las importaciones netas de electricidad también están presentes, aportando alrededor del 6%.
Para incrementar aún más la generación de electricidad baja en carbono, El Salvador puede centrarse en la expansión de sus capacidades solares, ya que esta tecnología ya muestra un importante crecimiento en el país. Además, puede aprender de otras naciones exitosas en la adopción de tecnologías energéticas sostenibles. Por ejemplo, Uruguay obtiene un significativo 36% de su electricidad de la energía eólica, demostrando una clara alternativa baja en carbono. Mientras tanto, países como Francia y Eslovaquia destacan por su alta generación de energía nuclear, con el 67% y el 60% de su electricidad respectivamente. El Salvador podría beneficiarse mucho al integrar más energía eólica y considerar seriamente la adopción de energía nuclear.
A lo largo de las décadas, El Salvador ha experimentado varios cambios en su generación de electricidad baja en carbono. En los primeros años de la década de 1980, la producción hidroeléctrica tuvo fluctuaciones, como un aumento en 1979 y una disminución en 1982. Más adelante, en los años 90, la energía hidroeléctrica continuó con varios aumentos y disminuciones, resaltando una caída notable en 1997. En términos más recientes, la década de 2010 vio una mezcla de aumentos y disminuciones en hidroeléctrica, pero un avance destacable fue el crecimiento de la energía solar en 2020 con un incremento de 0.4 TWh. Esta reciente expansión de la energía baja en carbono destaca el potencial de El Salvador para seguir avanzando en su camino hacia una matriz energética más limpia y sostenible.