En el período comprendido entre julio de 2023 y junio de 2024, El Salvador ha experimentado un significativo uso de electricidad baja en carbono, que representa más de la mitad de su consumo total de electricidad, cerca del 61%. Dentro de este grupo, la energía hidroeléctrica lidera con aproximadamente un 21%, seguida de cerca por la energía geotérmica con casi el 19%. La energía solar también contribuye con más del 14%, mientras que los biocombustibles y la energía eólica aportan alrededor del 5% y 2% respectivamente. En contraste, los combustibles fósiles representan alrededor del 39% del consumo eléctrico del país, siendo el gas el principal componente con cerca del 31%. Este equilibrio refleja un compromiso considerable hacia fuentes de energía más limpias, aunque todavía depende en gran medida de fuentes fósiles, lo que sugiere espacio para reducir aún más las emisiones contaminantes.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, El Salvador podría ampliar aún más sus capacidades solares, dado que ya es una fuente prominente de electricidad. El país puede beneficiarse de las experiencias de otras naciones que han tenido éxito en aumentar su generación de energía limpia. Por ejemplo, Uruguay ha logrado que el 33% de su electricidad provenga de la energía eólica, lo cual es un modelo inspirador para un país con características similares en América Latina. Asimismo, El Salvador podría considerar seriamente la energía nuclear como una opción futura, observando los grandes logros de países como España, donde el 20% de la electricidad proviene de esta fuente. La expansión de solar complementada con el potencial desarrollo nuclear ayudaría al país a reducir su dependencia de los combustibles fósiles y sus consecuencias negativas para el medio ambiente.
La historia de la electricidad baja en carbono en El Salvador muestra un uso predominante de la energía hidroeléctrica a lo largo de las décadas, con variaciones notables a lo largo del tiempo. En los años ochenta, se observó una disminución en 1982, seguida por un aumento modesto en los años subsiguientes. Durante los años noventa, hubo fluctuaciones con algunas caídas significativas, como en 1997 y 2000. El siglo XXI trajo consigo una mayor variabilidad, pero con incrementos notables en 2010 y 2020. En este último año, también se vio un aumento significativo en la generación solar, reflejando el inicio de una diversificación hacia otras fuentes de energía baja en carbono. Sin embargo, recientemente en 2023 hubo una disminución en la generación hidroeléctrica, lo que sugiere la importancia de diversificar con fuentes como la solar y considerar la nuclear para asegurar la estabilidad energética en el futuro.