En Serbia, en 2024, más de la mitad de la electricidad se genera a partir de combustibles fósiles, con el carbón siendo la fuente dominante, representando aproximadamente el 62% del total. La producción de electricidad baja en carbono en Serbia asciende a más de una tercera parte del total, con la energía hidroeléctrica siendo el principal contribuyente, generando alrededor del 30%. Mientras tanto, la energía eólica representa un modesto 3%, y el gas contribuye con otro 3% a la mezcla energética del país. Esta dependencia significativa de los combustibles fósiles destaca la necesidad urgente de ampliar las fuentes de energía limpia para mitigar los efectos del cambio climático y sus consecuencias sobre la calidad del aire.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Serbia podría enfocar esfuerzos en expandir su capacidad nuclear, tomando como ejemplo a países exitosos en este ámbito. Francia y Eslovaquia, por ejemplo, generan respectivamente un 68% y un 60% de su electricidad a partir de la energía nuclear. Otros países europeos similares a Serbia, como Bulgaria y Hungría, también han logrado incorporar una significativa proporción de energía nuclear en sus matrices, con un 42% y un 34% respectivamente. Además, podría ser beneficioso explorar el potencial de la energía eólica, aprendiendo de naciones como Dinamarca, donde esta fuente cubre un 59% de la demanda eléctrica. La combinación de energía nuclear y eólica podría proporcionar a Serbia una vía efectiva hacia un futuro energético más sostenible y limpio.
Mirando hacia atrás en la historia de la generación de electricidad baja en carbono en Serbia, la energía hidroeléctrica ha experimentado fluctuaciones significativas a lo largo de las décadas. En los años noventa, la producción fluctuó con subidas y bajadas, como un aumento de 2 TWh en 1991 seguido por reducciones y alzas intermitentes. A comienzos del nuevo milenio, se observó una tendencia similar, con un notable descenso de 2.1 TWh en el año 2000. En la última década, la generación hidroeléctrica ha seguido una trayectoria desigual, con un notable aumento de 3.5 TWh en 2023, aunque en 2024 se registró un descenso de 1.7 TWh. Estas variaciones subrayan la necesidad de diversificar las fuentes de electricidad baja en carbono para garantizar una estabilidad y continuidad en el suministro de energía limpia.