En 2022, la mayoría de la electricidad en Israel provinó de combustibles fósiles, con un porcentaje abrumador de más del 90%. El gas natural representó la mayor parte de este consumo, cubriendo casi el 68% de la generación eléctrica, seguido por el carbón que aportó poco más del 22%. En contraste, las fuentes de electricidad baja en carbono aún tenían un camino por recorrer, ya que constituían poco menos del 10% de la generación total, de los cuales la energía solar representaba casi la totalidad, con aproximadamente un 9.7%. Esta situación refleja una dependencia significativa de las fuentes fósiles y subraya la necesidad de aumentar la capacidad de generación energética baja en carbono para abordar los desafíos del cambio climático y la contaminación del aire.
Para mejorar la participación de la electricidad baja en carbono en Israel, el país podría considerar expandir significativamente su capacidad solar, aprovechando su clima favorable, y explorar la incorporación de energía nuclear. Israel puede aprender de Francia, donde la energía nuclear representa un impresionante 68% de la generación eléctrica. Países como Ucrania y Eslovaquia también destacan con más del 55% y 60% respectivamente del suministro eléctrico provenientes de plantas nucleares. Para diversificar más la cartera baja en carbono, Israel podría considerar las oportunidades en la energía eólica, observando las experiencias de Dinamarca e Irlanda, quienes generan más del 50% y un 33% respectivamente de su electricidad a partir del viento.
La evolución de la electricidad baja en carbono en Israel ha mostrado avances significativos en la última década, especialmente en lo referente a solar. Comenzando con pequeños incrementos anuales desde 2011, el crecimiento más notable ocurrió desde 2019 en adelante, cuando la generación solar aumento en 1 TWh, seguido de incrementos de 1.6 TWh en 2020 y 2 TWh en 2022. La energía eólica, aunque todavía limitada, comenzó a contribuir a partir de 2017, aunque experimentó una ligera disminución en 2020. Durante estos años, no hubo cambios significativos en la generación a partir de biocombustibles, que permaneció estable. Este progreso en la solar indica un potencial prometedor para la expansión continua de las capacidades de generación baja en carbono en Israel.