En el año 2022, la generación de electricidad en Israel se basó predominantemente en combustibles fósiles, con más de tres cuartos de su electricidad proveniente de estas fuentes. El gas natural fue el combustible fósil más utilizado, representando aproximadamente dos tercios del total con un 68%, mientras que el carbón contribuyó con poco más de una quinta parte, alrededor del 22%. En contraposición, la electricidad baja en carbono, que es más limpia y sostenible, constituyó casi el 10% de la generación total. De esta, la energía solar aportó alrededor del 10%, evidenciando un enfoque hacia la generación de energía más limpia, aunque aún insuficiente para reducir significativamente la dependencia de los combustibles fósiles.
Para mejorar su transición hacia una generación de electricidad más baja en carbono, Israel podría considerar el ejemplo de países que han tenido éxito en este ámbito. Países con características similares como Grecia y Chile han logrado integrar un porcentaje significativo de energía solar, con un 22% y 21% respectivamente. Además, aunque Israel actualmente no utiliza nuclear, puede aprender del modelo de Francia, donde el 67% de la electricidad procede de energía nuclear, lo que ha sido un pilar para su independencia energética y reducción de emisiones. Diversificar su matriz eléctrica podría no solo contribuir a la disminución de la dependencia de los combustibles fósiles, sino también a mejorar la sostenibilidad y seguridad energética de Israel.
Desde el año 2009, Israel ha experimentado un progreso lento pero constante en la adopción de electricidad baja en carbono, especialmente solar. A comienzos de la década de 2010, el crecimiento solar fue gradual, con incrementos pequeños, comenzando con 0.1 TWh en 2011 y 2012, y estabilizándose en 0.4 TWh en 2014 y 2016. Sin embargo, desde 2019, el aumento fue notable, alcanzando un salto de 1 TWh, luego 1.6 TWh en 2020, y culminando en 2 TWh en 2022. Este crecimiento acelerado de la energía solar en los últimos años muestra una clara tendencia hacia la expansión de las tecnologías de energía limpia y puede ser un modelo a seguir. A pesar de esto, la participación de otras fuentes bajas en carbono, como la energía eólica y biocombustibles, ha visto un desarrollo más limitado, destacando así la necesidad de diversificación futura en su matriz energética.