En 2022, el consumo de electricidad en Israel está dominado por los combustibles fósiles, que representan más del 90% de la electricidad total. Dentro de estos combustibles fósiles, el gas natural juega un papel significativo, contribuyendo aproximadamente a dos tercios del suministro de electricidad, mientras que el carbón aporta un poco más de una quinta parte. Las fuentes de electricidad baja en carbono, aunque presentes, son marginales en comparación, ya que representan cerca de un 10% del total. En esta categoría, la energía solar destaca con casi el 10% del aporte, mientras que otras fuentes bajas en carbono como el viento y los biocombustibles son prácticamente insignificantes.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Israel podría aprender de países que han tenido éxito en la transición hacia fuentes más limpias. Por ejemplo, Francia y Eslovaquia generan más del 60% de su electricidad utilizando energía nuclear, una fuente constante y libre de emisiones de carbono. Además, países como Dinamarca e Irlanda han aprovechado eficazmente la energía eólica, con contribuciones del 61% y el 34% respectivamente. Dado que Israel tiene un clima soleado, también podría seguir el ejemplo de Grecia, que genera el 22% de su electricidad a partir de energía solar, o Chile con un 21%. Aprender de estas experiencias podría ayudar a diversificar y limpiar la matriz energética israelí.
A lo largo de los últimos años, la historia de la electricidad baja en carbono en Israel ha mostrado un creciente énfasis en la energía solar. Desde el año 2010 hasta el 2015, la contribución solar fue aumentando gradualmente, con incrementos anuales modestos pero constantes. A partir de 2016, la expansión solar se aceleró notablemente, con un incremento de 0.4 TWh ese año y picos notables en 2019 y 2020, donde la generación solar aumentó en 1 TWh y 1.6 TWh respectivamente. Otros avances incluyen la introducción de energía eólica en 2017 y un pequeño pero consistente crecimiento cada año en la capacidad solar, culminando en un aumento de 2 TWh en 2022. Estos incrementos reflejan un compromiso creciente de Israel con la energía baja en carbono, aunque queda mucho por hacer para reducir su dependencia de los combustibles fósiles.