En 2022, el consumo de electricidad en Israel sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, representando más del 90% de la generación de electricidad. De este porcentaje, casi las dos terceras partes provienen del gas, mientras que más de una quinta parte se genera con carbón. Por otro lado, la electricidad baja en carbono, que es una opción más limpia y sostenible, representa apenas el 10% de la generación total. Dentro de esta categoría de baja en carbono, la energía solar es la más significativa con casi el 10% del total. Este notable predominio de los combustibles fósiles presenta desafíos significativos en términos de cambio climático y contaminación del aire.
Para que Israel aumente su generación de electricidad baja en carbono, es vital aprender de otros países exitosos en este ámbito. El uso del poder nuclear es destacable en varios lugares: Francia genera más de dos tercios de su electricidad con energía nuclear, y países como Eslovaquia y Bulgaria también dependen en gran medida de este recurso. Además, la energía eólica ha sido exitosa en países como Dinamarca, donde más del 60% de la electricidad proviene del viento. Israel, con su clima favorable, podría beneficiarse del aumento de instalaciones solares y explorar la viabilidad de invertir en energía nuclear, siguiendo ejemplos de naciones con situaciones similares que han logrado un avance considerable hacia una generación más limpia.
La historia reciente de la electricidad baja en carbono en Israel muestra un enfoque creciente en la energía solar. Desde 2010, la contribución de la energía solar ha aumentado consistentemente, comenzando con pequeñas adiciones en la primera mitad de la década de 2010. En la segunda mitad de esa misma década, se observó un crecimiento más sostenido, especialmente en 2019 y 2020, con incrementos de 1 TWh y 1.6 TWh, respectivamente. La tendencia positiva continuó hasta 2022 con un aumento significativo de 2 TWh. Aunque la energía eólica tuvo un modesto inicio y algunos retrocesos, como el leve descenso en 2020, Israel ha mostrado cierto interés en diversificar sus fuentes bajas en carbono. Estas inversiones recientes en energía solar, a pesar de su dependencia actual de combustibles fósiles, representan un paso importante hacia un futuro más sostenible.