En 2024, el consumo de electricidad en Myanmar (Birmania) muestra una clara dependencia de los combustibles fósiles, que representan más de la mitad de la generación de electricidad, con un 61% del total, donde el gas contribuye con un significativo 51%. Sin embargo, casi el 40% de la electricidad proviene de fuentes de baja en carbono, destacándose la energía hidroeléctrica con un 38%. Por otro lado, el carbón sigue siendo una fuente relevante con casi el 10% de la producción, mientras que los biofuels aportan apenas un 1%. Esta combinación resalta un área significativa para aumentar las contribuciones de energía limpia y disminuir la dependencia del gas y el carbón para reducir las emisiones y avanzar hacia un futuro más sostenible.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Myanmar puede aprender de varios países que han tenido éxito en este ámbito. Francia, Eslovaquia y Ucrania, por ejemplo, generan entre el 55% y el 68% de su electricidad a partir de energía nuclear, mostrando la viabilidad de este tipo de energía para sustituir en gran medida a los combustibles fósiles. Por otro lado, Dinamarca e Irlanda han logrado convertir más de un tercio de su producción de electricidad en energía eólica. Aprender de estas naciones implica elaborar políticas que faciliten inversiones en infraestructura de energía nuclear y eólica, aprovechando al máximo los recursos naturales del país para reducir la huella de carbono y asegurar un suministro energético limpio y constante.
Históricamente, la electricidad baja en carbono en Myanmar ha estado dominada por la energía hidroeléctrica. A finales de los años 90 y principios del 2000, se observó un pequeño crecimiento con incrementos anuales de hasta 0.8 TWh. Durante la década de 2010, se evidenció un aumento más consistente, con incrementos anuales que en ocasiones superaron 1 TWh, con un pico en 2011. Sin embargo, en 2019 y 2020 se presentaron déficits significativos de -1.7 TWh, aunque al final del período, en 2023, Myanmar tardíamente mostró signos de recuperación. Esta historia indica la importancia de diversificar aún más sus fuentes de energía baja en carbono para minimizar vulnerabilidades en el suministro, inclinándose hacia inversiones adicionales en tecnología eólica y nuclear como complemento esencial a la hidroeléctrica.